Tras su paso por el universo cinematográfico de DC, el taquillero cineasta y productor James Wan vuelve a su zona de confort con Maligno, un ridículo film de terror que adosa sin gracia una variedad de estilos y subgéneros pero que no ofrece nada sustancial. Crítica a continuación.
En las últimas dos décadas, el nombre de James Wan se ha convertido en éxito asegurado para las productoras y distribuidoras que han hecho de cada una de sus creaciones una franquicia nueva que funciona como imán entre el público +13.
Maligno malignoEl director de Saw (2004), Insidious (2010), The Conjuring (2014) y actualmente ligado al DCU tras comandar Aquaman (2018), se hizo popular por evocar los filmes hollywoodenses de posesiones a través de una ambientación elegante, buen manejo de tensión y un uso poco común de los clásicos clichés del género.
En esta oportunidad, el cineasta originario de Malasia retorna a la silla del director con Maligno (Malignant), una de sus películas menos inspiradas hasta la fecha. Co-escrito por Wan y Akela Cooper (Hell Fest) bajo una historia de la actriz Ingrid Bisu (The Nun; The Conjuring: The Devil Made Me Do It), el film se alza como una ensalada de arquetipos y tropos dentro de los diversos subgéneros como el slasher, el body horror, el giallo y los relatos de casas embrujadas. El producto de esta suerte de licuadora cinematográfica se siente como un curso acelerado del cine de terror de los ‘80 y ‘90 que no profundiza en absolutamente ninguna de sus vertientes y prioriza la imitación en pos de la historia.
En la mente del asesino
La película comienza con un prólogo bastante confuso ambientado en un hospital gótico, en donde uno de los personajes desliza a modo de gancho para la audiencia la frase “es hora de eliminar el cáncer”. Luego de esa introducción, Maligno presenta a Madison (Annabelle Wallis), una mujer embarazada que vive en Seattle junto a un esposo violento y alcohólico (Jake Abel) que la hace responsable por los abortos espontáneos que ha tenido anteriormente. En medio de una discusión, el hombre golpea fuertemente a Madison contra la pared, haciendo que su cabeza sangre. Minutos más tarde, la protagonista despierta de una terrible pesadilla y encuentra el cuerpo sin vida de su marido. El asesino parece seguir en la casa y antes de que Madison pueda hacer algo, una silueta oscura y esbelta de aspecto sobrenatural la golpea y la deja inconsciente.
Luego de despertar en el hospital y que su hermana (Maddie Hasson), una actriz sin mucho éxito, le revele que ha perdido el embarazo, Madison insiste con regresar sola a su hogar. El extraño comportamiento de las luces y puertas que infieren cierta actividad paranormal parecen a simple vista suficientes para que la protagonista huya despavorida del lugar, sin embargo, Madison decide quedarse. Mientras un dúo de detectives (George Young y Michole Briana White) investiga el sospechoso homicidio del esposo, la joven continúa siendo atormentada por sueños cada vez más vívidos en donde resulta testigo involuntaria de nuevos asesinatos cometidos por aquella figura de negro, cabello largo y rostro desfigurado que la atacó en un principio.
Maligno maligno
Con un tono que alude más a la comedia de terror bizarra que al drama oscuro e tenso de Insidious, los primeros dos actos de Maligno se manifiestan como una seguidilla de escenas chapuceras, en donde no hay un solo protagonista que actúe de manera creíble o coherente. Uno de los aspectos de la filmografía de James Wan que más acostumbra a endiosar cierta crítica especializada es la construcción de la atmósfera, sin embargo, aquí esto se echa por tierra ante la necesidad inmediata de producir golpes de efecto que, a decir verdad, tampoco resultan tan eficientes. Entre excesos de alivio cómico pueriles, escasez de desarrollo de personajes, reiteraciones y sobreexplicaciones, la película se sostiene a duras penas gracias a los habituales juegos de cámara de Wan y una puesta en escena correcta.
El descabellado giro narrativo del último acto consolida la ridiculez del guion, algo que lejos de aniquilarla por completo, podría darle el sello de terror de culto, de film autoconsciente de su propia naturaleza que se burla de las convenciones aún siendo producida por una compañía como Warner. Cabe señalar también que, a nivel dirección, el tercio final se encuentra entre lo mejor de un relato del que difícilmente se podía esperar algo atractivo. James Wan remonta lo irremontable en Maligno con una estrafalaria dosis de acción bien ejecutada y un gore salvaje que probablemente hará las delicias de los amantes del género. Por supuesto, tampoco ha de faltar el clásico desenlace cursi con diálogos forzados que el cineasta suele incluir en cada una de sus historias.
CONCLUSIÓN
Maligno es una película hecha a base de escenas repetitivas y expositivas hasta el cansancio. Resulta deficiente en cuanto a la construcción atmosférica, quizá lo más destacado del estilo de James Wan. Un homenaje a las películas de bajo presupuesto y a los diversos subgéneros como el body horror y el slasher realizado de una forma artificiosa e incompetente. Cobra fuerza en su llamativo tercer acto, sin embargo, no logra compensar sus carencias previas.