La sombra del niño
Sea por el juego de la inocencia perdida, por encontrar la maldad en la figura menos pensada, o por revertir el teorema de adultos controlando a los niño, el tópico de “niños perversos” dio mucha tela para cortar dentro del thriller, el suspenso y el terror, desde sus inicios.
Sin ir más lejos, la que para muchos es la mejor película de terror de todos los tiempos, El Exorcista, es una variante del tema mezclada con posesiones. Recuerden las cosas que Reagan hacía con la cruz y háblenme de inocencia.
Maligno vuelve una vez más sobre el asunto. Claro que con menos ambiciones que el clásico de Friedkin. Su propuesta es más básica y tradicional: matrimonio prototípico con un nene que, de golpe, empieza a tener una conducta, por lo menos, peligrosa; punto.
¿Qué es entonces lo que hace que Maligno sea una experiencia satisfactoria? Que en sus bajas expectativas cumple, entretiene, nos interesa, hace recordar a otras (mejores) películas, y logra que un par de veces queramos correr la mirada de la pantalla o peguemos algún sobresalto.
Tenemos que hablar de Miles
La cosa comienza confusa. Una mujer escapa de su captor con una mano cortada, mientras que el hombre es baleado por la policía. Simultáneamente, los Blume acaban de tener a su primer hijo, Miles.
En una secuencia de elipsis por diferentes años, veremos cómo Sarah (Taylor Schilling, de Orange is the new black) y John (Peter Mooney, de Rookie Blues y Heroes Reborn) crían a Miles cayendo desde muy temprano en la noticia de que están frente a un niño de mentalidad superdotada.
Miles (Jackson Robert Scott, el Georgie de la nueva It) ofrece todo un desafío para sus padres que aprenden a contener a un hijo con la mente privilegiada y -como suele suceder en muchos de esos casos- algo retraído por ser incomprendido por los otros niños de su edad.
Pero hay algo más, al principio imperceptible, cada vez más notorio. Miles presenta ciertos cambios de humor o temperamento repentinos. Podrían ser causa de lo mismo, o podría ser algo más. Por supuesto, pronto van a ver que sí: hay algo más.
Miles comienza a demostrar una conducta violenta, perversa, casi diabólica ¿Qué es lo que sucede con Miles?
Las bases de Maligno son bastante claras. Inmediatamente, los más memoriosos o adeptos al género, recordarán la última película de Mario Bava, Shock, de la que hasta “homenajea” algunas escenas calcadas.
Los más cercanos en el tiempo notarán las varias similitudes que hay con el clásico moderno de Jaume Collet Serra, La huérfana. Hasta el tagline del afiche es básicamente el mismo.
Las similitudes con La huérfana podrían llegar hasta en su génesis. Ambas provienen de productoras cuasi independientes que se están haciendo un lugar en el mundo del terror (Dark Castle/Orion Pictures); son películas chicas, no tan ambiciosas; con directores con una impronta propia; y que ganan gracias al efecto que producen en el público. El tiempo dirá si Maligno llega al mismo nivel de popularidad y culto de aquella. Hay algo fundamental que tenía el film con Vera Farmiga y que aquí no encontramos: su originalidad y el mantenernos desconcertados por saber qué era lo que ocurría. Maligno tiene el estigma de la que llega después, ya no es tan original, y “el misterio” en su corazón puede ser fácilmente deducido por un espectador ávido en el género.
(No tan) Juego de niños
Nicholas McCarthy sorprendió en 2012 con El pacto, una película que a simple vista parecía otra insufrible repetición de clichés del terror directo a casa, y terminaba entregando unos cuantos sustos, química entre sus pocos personajes, y un giro final muy interesante. Las pruebas de su estilo están en lo malograda de su secuela, Regreso del infierno, con la cual McCarthy no tiene nada que ver.
Aquí, el director vuelve a aplicar una fórmula similar. Parte de una premisa básica, sienta sus bases en varios homenajes o ideas prestadas, se concentra en la creación de clima y un puñado de escenas con mucho efecto.
Maligno se estructura en tres partes diferenciadas. Comienza fuerte, tensa, logrando que nos interesemos por los personajes; en el medio decanta hacia un drama familiar con un niño problemático y unos padres desbordados; y retoma las riendas del terror y el suspenso al final de un modo cumplidor.
En el conjunto, si bien la atención en el medio puede quedar algo dispersa para aquellos que fueron a buscar terror puro y duro, lo cierto es que logra que los personajes se muestren con aristas, aunque estas no sean del todo originales.
Hay algunas decisiones azarosas, algún personaje que extrañamente desaparece, y un estilo clásico, cercano al “directo a VHS” de los ’90 que atrae, aunque también absorba ciertos momentos en que la lógica diría que los personajes debieron utilizar tecnologías más actuales (cuando la vean entenderán a qué me refiero).
Taylor Schilling y Peter Mooney cumplen en los roles de estos padres que cargan con sus propios conflictos; y Jackson Robert Scott mete miedo con su accionar, su voz pausada y una mirada de lo más pérfida. En los secundarios, la presencia del siempre correcto Colm Feore, suma.
Maligno no descubre la pólvora, pero deja bien en claro que tampoco era su intención. En su propuesta de mezclar el suspenso con terror y bastante drama, logra posicionarse por encima de la media gracias al clima que genera, a sus personajes, y a un par de escenas que sugestionan. Efectista y efectiva.