Sosa trabaja en un bar. Su vida es rutinaria y sus días transcurren entre su trabajo y las horas muertas en la pensión donde vive. A veces habla lacónicamente con su vecina, a veces escucha atentamente las interminables discusiones sobre Peronismo de los clientes del bar. Entrena box de manera amateur, casi su única distracción. Sin embrago, una vieja y gastada postal pegada en un estante de la cocina, llama su atención. Lleva años observándola, imaginándola, imaginándose. Dos relatos atraviesan a Sosa sin que él los note; el político y el motivo de esa postal. Relatos míticos. Relatos fundacionales. Relatos confluentes.