Buen padre, mal tipo
Sinónimo de comedia argentina, Ariel Winograd ha demostrado a fuerza de eficacia ser la cara repetida detrás de Patagonik, donde realiza un film al año, ya sean comedias románticas, familiares o de acción. Sus últimas producciones, Sin Hijos (2015) y Permitidos (2016), además, abordan temáticas sociales en boga: la pareja que se vanagloria de no tener hijos o aquella que acepta la infidelidad si se trata de un famoso inalcanzable.
En Mamá se fue de viaje (2017) el tema de actualidad pasa por una madre (Carla Peterson) que, agotada de su rol de ama de casa multifuncional, decide partir por diez días a un viaje de placer, dejando a su marido Víctor Garbo (Diego Peretti) a cargo de las tareas domésticas con sus cuatro hijos Bruno, Lara, Tato y Lolo (Martin Lacour, Agustina Cabo, Julian Baz, y Lorenzo Winograd). El caos no tarda en llegar, y tampoco los gags físicos en una comedia familiar con puntos en común con los films de Steve Martin, Chevy Chase o Adam Sandler.
El argumento del mal padre absorbido por las exigencias de su trabajo que debe recuperar en tiempo récord a sus hijos, es manejado por el director con gran conocimiento del género aunque, por suerte, la cosa no queda ahí. Más allá de las complicaciones del padre de familia la historia hace foco en la ausencia de la mujer como verdadera organizadora de la vida privada, poniendo en evidencia nada menos que a un machismo resquebrajado con frases del estilo “se aplaude al asador pero nunca a la que hace las ensaladas”.
Este cuestionamiento de nuestra idiosincrasia significa otorgarle un giro más actual y moderno a las reglas de la comedia familiar, uno de los géneros por excelencia conservador en su mensaje: los roles dentro de la familia pueden cambiar, pero la idea de familia se mantiene intacta.
La segunda línea argumental lo tiene a Garbo en pleno campo laboral, disputando poder con un joven y exitoso gerente apodado DiCaprio (Martín Piroyansky), ante los ojos de su jefe (Mario Alarcón). En ese lugar el protagonista al frente de la gerencia de recursos humanos también depende de una mujer, su secretaria, para organizar su rutina.
Los papeles femeninos son fuertes y de una presencia imponente en el film, desde Peterson quién expresa con pequeños gestos todas las sensaciones internas que transita su personaje, hasta una gran Pilar Gamboa como la empleada doméstica de principios y armas tomar que soluciona problemas hogareños ante la ausencia de la madre de los chicos.
Con este tema la película no sólo crece, sino que además trasciende gratamente sus fronteras de género para deslizar una crítica social. Todo en el marco de una historia efectiva, divertida y funcional.