Mamá se fue de viaje

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

¿Y dónde está mamá?

La fórmula de Winograd aplica a tomar ideas conocidas y probadas en éxitos hollywoodenses y trasladarlas a nuestra idiosincrasia. El reflejo más fiel de esto fue su segundo opus Mi gran boda, con la que pegó un volantazo frente a su ópera prima más costumbrista y local, Cara de queso.

Hay una premisa que funciona a modo e gancho y que moviliza ciertas ideas establecidas en nuestra sociedad: la necesidad de formalizar a pedido de un tercero, la posibilidad de ser una familia de dos sin necesidad de procrear, o la chance de incorporar a terceros a la pareja.

Así como en los ’70 el dúo conformado por Alberto Olmedo y Jorge Porcel plasmaban, en el entorno de sus comedias, los tabúes de la infidelidad, del desapego al matrimonio, o el qué dirán, Winograd (o en todo caso sus guionistas, en esta ocasión Juan y Mariano Vera) huelen qué sucede en la cabeza del argentino promedio actual.

Ahora ponen a prueba los roles femeninos y masculinos dentro de la familia, desde una postura canchera, fresca, y pretendidamente actual.

Los Garbor llevan 20 años de casados, tienen cuatro hijos y una vida acomodada (no nos olvidemos que estamos en el universo Winograd). Ella, Vera (Carla Peterson) es la que se encarga de llevar el hogar adelante, se siente agotada pero su función no tiene vacaciones, o no; porque toda la historia gira en torno a ese disparador: mamá se agota y se va de vacaciones por diez días.

Victor (Diego Peretti) se verá obligado entonces a hacerse cargo de las tareas que antes realizaba su esposa, balanceándolo con la vida laboral, que, casualmente, se encuentra en un momento complicado en plena lucha con un compañero interpretado por ese fetiche de Winograd llamado Martín Piroyansky.

Una comedia con vista al norte:
No será difícil encontrar paralelismos en Mamá se fue de viaje. Más allá de que su puntapié inicial (y casi todo su desarrollo troncal) nos haga acordar mucho a un capítulo clásico de Los Simpson; es fácil pensar que esta película pudo ser realizada en Hollywood hace un par de años.

Pensemos en una etapa previa a la irrupción de Judd Apatow, a ese estilo desprejuiciado de chistes sexuales sobre adolescentes que pasaron los treinta años. Había un terreno en el que los reyes de la comedia triunfaban dentro de la comedia familiar.

El Victor Garbor de Peretti perfectamente pudo ser Ben Stiller o Adam Sandler en sus productos más amables, y Peterson cualquiera de sus partenaires, desde Drew Barrymore a Kate Beckinsale o Jennifer Aniston.

Winograd dirige con lo que ya es una marca propia, un estilo universal que le escapa a localismos básicos, aunque deja entrever algo de la idiosincrasia nacional. Para eso serán fundamentales los dos actores probados, rostros familiares con los que al espectador de uno y otro sexo no le costará empatizar.

Esa identificación que logran, sobre todo Peretti (un todoterreno de la actuación, pero sobre todo de la comedia, infalible), tiende a perderse -nuevamente- en el contexto en que se desarrolla ese universo Winograd.

¿Cuántos de quienes asistan a sala vivirán como los Garbor? En el mudo en que se desarrollan sus películas no existe ya la clase media baja, la que cualquier estadística marca como mayoritaria dentro de los habitantes de este país.

Gente de un pasar acomodado, con problemáticas algo superficiales, que se disputan puestos de gerentes y se plantean una rutina recargada de gastos. Esto funciona bien en el marco de los suburbios en los que Sandler y Stiller (por tomarlos como ejemplos) desarrollan sus juegos, quizás como un ideal de lo que muestran hacia el mundo. Acá, donde el espectador ve algo más palpable, no deja de sonar a un poco de artificio.

Sacando estos asuntos que ya son moneda corriente en el cine del director -y que su éxito garantizado son prueba de la aceptación del público- Mamá se fue de viaje es un producto eficaz.

Tiene en su elenco, además de los mencionados, a un grupo de secundarios destacados como Mario Alarcón, Pilar Gamboa, Muriel Santa Ana o Guillermo Arengo; y a los más jóvenes Martin Lacour, Agustina Cabo, Julian Baz, y Lorenzo Winograd que rebozan de carisma.

Su puesta es elegante, ágil y a gran escala, como para captar de inmediato al público amplio.

Conclusión:
Ariel Winograd repite su fórmula con sus pros y sus contras en Mamá se fue de viaje. El elenco talentoso, la gracia de la puesta, y la mirada actual a cuestionamientos tradicionales, apuntalan para arriba por sobre el típico alejamiento de clase.