Mamá se fue de viaje, de Ariel Winograd
Por Jorge Bernárdez
Entre los muchos inconvenientes que presenta Mamá se fue de viaje, está el verosímil y lo difícil que se hace hacer coincidir la imagen del padre de la película que interpreta Diego Peretti (con su habitual solvencia), con las cosas que hace y cómo enfrenta las situaciones.
Al comienzo tenemos un matrimonio de varios años y muchos hijos. Victor (Peretti) y Vera Garbor (Carla Peterson) juegan de memoria el juego del matrimonio acomodado, Victor es gerente de una multinacional de artículos para el hogar y de construcción, ella es abogada, pero cuando la familia empezó a producir hijos abandonó su carrera y se dedicó a ser el centro del hogar. Por ese proyecto Vera dejó de lado montones de cosas que le hubiera gustado hacer, pero todos sabemos que cuando toca el momento de decidirse a ser el 9 de Boca o una estrella de rock, hay que lanzarse a eso dejando todo de lado. Vera optó por ese modelo de familia tradicional para atender a sus tres hijos y a su marido. La película lo encuentra a Victor en un momento de crisis laboral y aunque él no lo perciba, también de crisis de pareja, No son las únicas cosas que Victor no percibe pero tampoco vamos a espolear la película así que sigamos adelante. Una serie de comentarios desafortunados y algunas desatenciones, provocan que Vera decida que es un buen momento para cumplir al menos un sueño: conocer Machu Pichu. En una cena con la familia a pleno, anuncia el viaje pero es otra cosa que Victor no escuchará, si a esta altura ya uno empieza a sospechar que Victor es un gil de gomería y el día del viaje la familia está sorprendida de las valijas de mamá Vera que los desafía a que sobrevivan sin ella.
No hay que ser un genio para saber que Victor no está capacitado para manejar la casa y la vida de cuatro hijos, con edades que van del preescolar a casi el fin de la secundaria. Bruno, Lara, Tato y Luna van a obligar a Victor a tomarse vacaciones justo en el momento en el que la empresa planea una expansión y el más trepador de sus compañeros gana terreno de manera constante a expensas del abrumado Victor, que ve desmoronarse su hogar, su carrera y que además se comporta como un verdadero explotador. Por supuesto que el camino del aprendizaje hará que Victor aprenda cosas fundamentales de la vida, reencuentre a su familia y en cierta forma arregle la mayoría de los desastres que provocó por ser bastante idiota.
Es el momento de decir que la película no es del todo torpe, que los actores llevan adelante sus personajes con oficio, que los cuatro chicos están bien, pero que a pesar de todo eso, el hecho de que un grandulón de más de cuarenta años actúe frente a la primera menstruación de su hija como si estuviéramos viendo una de las películas de Sandrini de los setenta -hasta a Francella en los noventa se lo hubiéramos soportado pero no en 2017, no a Peretti-. Con todo digamos que ese no es el único problema de inconsistencia, pero que lo que vamos a marcar ahora es casi una constante en el cine nacional y en la televisión. Victor Garbor está casado con Carla Peterson, que por más baqueteada que la hagan aparecer es de un belleza deslumbrante y tiene un trabajo por el que debe cobrar un sueldo de seis cifras por mes. Uno ve la forma de actuar de Victor y no se lo cree.
Hay buenos chistes, hay mucha agitación y como entramos en temporada de vacaciones de invierno, es casi seguro que las doscientas salas en las que se estrena recibirán grupos familiares dispuestos a pasar el rato sin ganas de pensar demasiado. Si ese es el plan que buscan, seguramente esta será su película.
MAMÁ SE FUE DE VIAJE
Mamá se fue de viaje. Argentina, 2017.
Dirección: Ariel Winograd. Intérpretes: Diego Peretti, Carla Peterson, Muriel Santa Ana, Martín Piroyansky, Guillermo Arengo, Pilar Gamboa, Maruja Bustamante y Mario Alarcón. Guión: Mariano Vera. Fotografía: Félix Monti. Dirección de arte: Daniel Gimelberg. Edición: Pablo Barbieri. Distribuidora: Buena Vista Internacional. Duración: 99 minutos.