Por la puerta grande
Una película sobre dos niñas huérfanas y padres adoptivos, con lúgubres cabañas en medio del bosque y presencias sobrenaturales no es precisamente algo novedoso dentro del terror. Sin embargo, de la mano del productor Guillermo Del Toro (el nuevo Val Lewton) y del coguionista y director argentino Andrés Muschietti Mamá se convierte en una película bastante superior a la media y que logra -al menos durante sus dos primeros tercios- eludir los lugares comunes y las fórmulas del género.
En el prólogo vemos a un padre desesperado por las consecuencias de la crisis financiera que decide terminar con su vida y la de sus dos pequeñas hijas. Todos en la zona dan por sentado que las niñas han muerto, menos su tío Lucas (Nikolaj Coster-Waldau, visto en Game of Thrones) que intenta costear con sus magros ingresos una búsqueda que se prolonga durante cinco años. Hasta que, claro, finalmente las chicas aparecen en estado salvaje.
Lucas y su novia Annabel (otro impecable trabajo de Jessica Chastain, aquí morocha como la bajista de una banda de punk-rock) quedan a cargo de Victoria (Megan Charpentier) y Lilly (Isabelle Nélisse), de 8 y 6 años respectivamente, bajo la atenta observación y las recomendaciones de un eminente psiquiatra (Daniel Kash), que investiga el singular caso.
Pero las chicas no logran adaptarse a la vida hogareña. Algo las inquieta, las perturba, las condiciona, las atemoriza, las domina. Es la “mamá” del título, un personaje fantasmal cuyas apariciones Muschietti dosifica con astucia, sabiendo que en estas lides casi siempre menos es más. El trabajo del DF Antonio Riestra y la utilización sin regodeos de los efectos visuales también resultan muy criteriosos, al menos hasta la media hora final, cuando el director se ve tentado (u obligado) a “poner toda la carne en el asador” y la resolución se torna demasiado explícita y obvia.
Un párrafo aparte para Chastain, una actriz versátil y todoterreno que sabe dar lo que le pide cada guión. Aquí jamás “sobra” la película, nunca se pone por encima de un género considerado “menor” y resulta siempre funcional a la trama. Entender el cine como lo hace ella no es tarea sencilla. Para las grandes actrices no hay papeles menores.
Y el cierre, por supuesto, es para Muschietti, a quien conocimos allá por 1999 con Nostalgia en la mesa 8, corto sobre una huelga de futbolistas en los años ’40 que integró Historias Breves 3. El argentino consigue con Mamá una más que auspiciosa carta de presentación que le augura un gran futuro en Hollywood (ya le ofrecieron varios proyectos importantes y la “inevitable” secuela de este film). En su ópera prima, demuestra una narración fluida, elegante, y una preocupación por desarrollar la psicología de los personajes y adentrarse en la dinámica infantil (y el punto de vista femenino) infrecuentes dentro del género de terror. Le costó mucho llegar al largometraje, pero lo hizo por la puerta grande. Ya es tiempo de cosechar todo aquello que sembró.