Éxito sorpresa en los EE.UU., este film de terror español, rodado en inglés por un realizador argentino tiene lo que muchas películas del género hoy han despreciado: un auténtico clima perturbador y de suspenso. Un asesinato, dos niñas perdidas y una presencia fantasmagórica son los ingredientes y, es ocioso decirlo, forman parte del repertorio del género. Pero hay algo más: la manera cómo el film está narrado hace que cada indicio, cada pequeño avance del horror sume y multiplique lo anterior. En eso tiene mucho que ver especialmente la dirección de actores y el talento de personas como Jessica Chastain (recientemente vista en La noche más oscura), cuya capacidad para crear una persona real viviendo circunstancias extraordinarias es enorme. En todo caso, el problema de la película, aquello que la hace imperfecta (pero un film imperfecto siempre es interesante) es que podemos adelantar sus golpes de efecto, cronometrados casi a reglamento. Pero funcionan, y en eso reside el encanto malévolo de un film que, en el fondo, no es más que otro cuento de hadas perverso.