Esta segunda entrega nos cuenta como se conocieron los personajes en 1979, de la primera película siendo ellos más jóvenes, sus sueños, sus aventuras, sus inquietudes y las locuras de juventud, todo envuelto en locaciones increíblemente bellas.
En la isla griega de Kalokairi, llena de magia y esplendor, vemos el presente de Sophie (Amanda Seyfried, es dulce, tierna, se luce y tiene una escena super emotiva que te llega al corazón), ya casada con Sky (Dominic Cooper), a través de sus recuerdos nos lleva al pasado y el presente, hay flashback.
La vida de su madre comenzó siendo muy joven en el verano a finales de los años 70, allí está la dulce y apasionada Donna (Lily James) acompañada por sus dos mejores amigas Rosie (Alexa Davies) y Tanya (Jessica Keenan Wynn). Revivimos cómo Donna se relacionó con aquellos tres hombres: Bill (Josh Dylan, adulto Stellan Skarsgård), Harry (Hugh Skinner, adulto Colin Firth) y Sam (Jeremy Irvine, adulto Pierce Brosnan), tan importantes en su vida.
Esta precuela es muy disfrutable, tiene variedad de música, la banda sonora es extraordinaria, cuidadas coreografías, una gran estética, colores, vestuario, mucho humor y emoción en todo momento, llega a eclipsar la original.
Las actuaciones son sobresalientes, la de Lily James en el papel de la joven Donna, que interpretó Meryl Streep, le da matices, emoción y profesionalismo; genial el personaje de Ruby Sheridan (madre de Donna y obviamente abuela de Sophie) interpretado por Cher (Burlesque) aparece unos quince minutos en una secuencia musical superlativa junto a Andy Garcia, él es Fernando Cienfuegos, y está la presencia de Meryl Streep que puede trabajar unos diez minutos y es avasallante, enamora la pantalla. El resto de los personajes principales de la película original tienen una acotada presencia en esta precuela. Hay escenas extras dentro de los créditos finales. Para salir de la sala cinematográfica cantando y bailando.