Para Luis (Rubén Gattino) la vida se ha vuelto gris y rutinaria. Viudo y jubilado, acumula a diario amargura y resentimiento. Ni siquiera puede disfrutar que lo premien por su larga trayectoria como compositor musical. Pero casi siempre existen chances de cambiar las cosas, es cuestión es aprovechar la oportunidad... En este caso, la oportunidad la trae Elena (Sol Zavala), una nieta que lo visita y muy pronto empieza a iluminar su refugio oscuro, a suavizar esa aspereza que el hombre exhibe incluso con cierto orgullo.
El cruce de esas dos energías muy diferentes es el combustible de esta ficción económica -tanto en términos de duración como de tono dramático- que cuenta en voz baja una transformación posible, con el más ruidoso telón de fondo de la agitación de esos días inolvidables en los que una parte importante de la sociedad argentina empujó con decisión la legalización del aborto.
La militancia política y el dolor del exilio también aparecen en la historia, apenas como un apunte que sugiere otra de las razones de la hosquedad del protagonista. Y es entonces una mujer, joven, resuelta, cargada de un amor sincero y también con la personalidad suficiente como para poner límites, la que tuerce el rumbo de las cosas, replicando puertas adentro algo de aquello que por fin estallaba afuera.