Familias a la deriva.
A pesar de concentrar este relato en el protagonista Lee Chandler (Casey Affleck) y en su derrotero atravesado por la tragedia familiar en dos sentidos, Manchester junto al mar (2016) propone desde su pausado pero constante ritmo aventurarse en el intento fallido de reparar lo irreparable.
No por nada Lee Chandler tiene el oficio de conserje, arregla desperfectos domésticos incluido plomería, pero su carácter parco trasluce algo mucho más profundo que supera sus habilidades y que no puede reparar.
Se irá descubriendo su propia tragedia familiar como reflejo de otra tragedia, donde está involucrado su hermano y un sobrino adolescente del que deberá hacerse cargo cuando el muchacho quede a la deriva porque el barco de su familia perdió el timón y el capitán.
Familias que se ven en un segundo arrebatadas por aquello que no se previene, la ausencia del otro, forman el núcleo de este crudo drama, estructurado por fragmentos, donde el flashback fluye con el presente de Lee y su intento de sobrevivir, de estar en el lugar indicado y en el momento indicado, algo que desde su propia historia no ocurrió por motivos que no se revelarán aquí.
Los vínculos y el apego y desapego siempre desde el punto de vista del desamparo afectivo y la contención son el fuerte de esta historia arraigada en las emociones más sencillas y profundas, que por momentos desgarra porque el dolor se recibe desde la reacción más que de la acción.
En ese sentido, es de destacar la labor de Casey Affleck, capaz de transmitir con una economía admirable de recursos toda una procesión interior que estalla por instantes, a veces desde la ira acumulada tras una larga jornada u otras en la búsqueda de un espacio donde no sentirse tan vulnerable, pero sin renunciar a lo genuino.
La tragedia y el drama entonces unifican esta historia como parte de elementos de un género que se cruza con otro en esa deriva constante de la cotidianidad una vez que el día más trágico pasa para dar lugar a todo el resto de la vida. Seguir y no detenerse parece ser el impulso vital de estos personajes en crisis, apostar a la segunda oportunidad en el caso de algunos o por lo menos intentar reparar alguna herida del pasado y lanzarse una vez más a la tempestad de la existencia.