El subgénero found-footage o metraje encontrado tuvo su momento de mayor explosión tras la aparición de The Blair Witch Project (1999), aquella cinta independiente cuyo estreno generó todo un revuelo en el país del Norte gracias al ingenio de sus creadores, quienes utilizaron la incipiente aparición de Internet como entretenimiento hogareño para hacer creer a los espectadores que se trataba de una historia real. Por supuesto, esta popular película no fue la primera en utilizar esta técnica y los amantes del género lo saben muy bien, puesto que la italiana Cannibal Holocaust ya había logrado horrorizar al público casi dos décadas antes, cuando hizo su escandaloso debut en 1980, ocasionando una serie de controversias que continúan hasta nuestros días. Lo cierto es que, más allá de sus detractores, la Bruja de Blair logró no solo el impacto que buscaba sino que fue responsable de todo el boom de películas posteriores que intentaron replicar aquel éxito, algunas con producciones destacadas como REC(2007) y Cloverfield (2008), mientras que otras se han empeñado en llevar el género al fango, exacerbando sus peores clichés y apostando por efectos que no hacen más que evidenciar su debilidad narrativa y su falta de ingenio (teléfono para Paranormal Activity).
En una época en la que el found-footageya provoca reticencia dado el nivel de la mayorías de los films que se han servido de este género, llega a las salas nacionales una nueva película alemana que de novedosa no tiene nada. Partiendo de una premisa muy similar al del film coreano Gonjiam: Hospital Maldito (2018), esta penosa cinta sigue a un grupo de influencers y youtubers que se adentran en un antiguo asilo para enfermos de tuberculosis de Berlín con el objetivo de compartir con su audiencia una experiencia paranormal. Equipados con sofisticados aparatos tecnológicos, estos adolescentes insufribles intentan buscar señales de supuestos espíritus demoníacos que habitan el edificio, cuya leyenda urbana cuenta que una mujer murió allí tras ser víctima de un experimento nazi.
Fuente: © Schmerbeck Filmproduktion / 20th Century Fox
El Manicomio de Michael David Paterepresenta a la perfección la tendencia hollywoodense de los últimos años en materia de terror: películas efectistas con argumentos vetustos protagonizadas por personajes estereotipados que no logran proporcionar ni una pizca de empatía. Lamentable que una cinta alemana aspire a reproducir este modelo de puro entretenimiento barato, cuyas únicas herramientas constituyen los clásicos jump-scares y alguna que otra escena morbosa innecesaria. Todo ello para que luego el espectador se retire del cine sin siquiera poder recordar los nombre de los protagonistas, porque claramente nunca importaron. Una clara subestimación al público juvenil que se apoya en su giro final y su simplona reflexión acerca de la cultura de las redes sociales para intentar compensar más de una hora de vaguedad narrativa.
En resumidas cuentas, se trata de una cinta fácilmente olvidable que será consumida y descartada a modo de fast food por aquellos que todavía pueden darse el lujo de seguir gastando dinero en estas producciones en serie que no hacen más que bastardear a un género que sigue sobreviviendo a pulmón y gracias a la inventiva y la voluntad de un puñado de cineastas.