Golpes a tu honor
Manos de Piedra (2016) es la historia del boxeador Roberto Durán que fuera campeón mundial en su categoría y que sin duda se convirtió en un gran icono de su país natal, Panamá. Con un ritmo vertiginoso y haciendo suyo el tiempo cronológico, yendo del presente al pasado, sin despabilarse, y con un sublime Robert De Niro, el relato dirigido por Jonathan Jakubowicz logra un buen film épico / dramático.
La película está contada desde el punto de vista de Ray Arcel (Robert De Niro) que, siendo un entrenador amenazado por la mafia de los años 50 y en medio del surgimiento de la televisión como negocio, decide salir del retiro y entrenar al joven Roberto Durán (Édgar Ramírez) para convertirlo en el campeón mundial de peso ligero. A partir de allí empieza el protagonista a contar la infancia de su pupilo panameño, quien sufrió la pobreza y la disputa que tuvo su país con los Estados Unidos por el canal de Panamá. Hecho que trajo violencia y conmoción a la isla.
No se puede negar lo cautivante que resulta ya de por sí que la voz del narrador sea Robert De Niro. Su voz vuelve interesante cualquier argumento y nos sumerge al instante en la ficción. Por otro lado, hay un gran placer de volver a ver a De Niro con el tema del boxeo. Es muy difícil no tener en la memoria la inolvidable Toro Salvaje (Raging Bull, 1980) de Martin Scorsese. Un aire de romanticismo rodea al film con el actor en una edad avanzada y en la piel de entrenador retirado que vuelve al boxeo, como si aún fuera Jake La Motta tratando de forjar un nuevo campeón. Esto sin duda hace que la película alcance una fuerza atrapante.
No es un film perfecto ni va a desplazar a películas históricas del género que están en la meca del cine, pero cumple y no es para nada desdeñable. Va al frente de todos los temas con un vértigo fiestero que debe tener este tipo de películas que son “caminos hacia la gloria” o que se centran en “la senda del campeón”. Además explota el folclore y color del uso del “español a lo panameño” con un protagonista interpretado por Édgar Ramírez quien se encarga de que no decaiga la principal fuerza argumental.
Sin duda lo que puede jugarle en contra es su forma de avanzar a los golpes con cada tema. Te muestra el amor en una escena, la emoción en la siguiente, luego la pelea, después la disputa, la siguiente es para la traición, la subsiguiente es sobre la victoria, ahí mismo sigue la re-amistad, y así, preocupada más en cumplir un esquema biográfico que en trazar pasajes para encadenar una escena con la otra. Así mismo esa misma forma atolondrada le hace bien cuando tiene que avanzar en el tiempo y saltar cada año y no alejarse del drama, es evidente que la forma de toda la película es ágil y hecha con la intención de no decaer en ningún momento ni quedarse fuera de ritmo, pero se pierde algunas veces en las conexiones. De todas maneras es emotiva y cuenta con un De Niro dispuesto a salvar todo.