Manto de gemas

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

Ganadora del Premio del Jurado en el último Festival de Berlín, Manto de Gemas es el primer largometraje de la boliviana radicada en México Natalia López Gallardo, quien fuera la montajista de varias películas celebradas, entre otras, algunas de su pareja Carlos Raygadas (Luz silenciosa, Post Tenebras Lux) o de Lisandro Alonso (Jauja). En su debut en la dirección de un largometraje trata el tema de la violencia en su país adoptivo y la convivencia con esta a partir de la presencia naturalizada del crimen organizado y el narcotráfico.

Manto de gemas es una película coral con tres mujeres protagonistas de diferente extracción social aunque conectadas de alguna manera por ese contacto con la violencia. Isabel (Nailea Norvind) es una mujer de mediana edad y clase alta que está atravesando un proceso de divorcio asordinado. La primera escena la muestra con su marido en un intento frustrado de encuentro sexual que termina con una catarsis furiosa de rotura de muebles, que no escuchamos ya que está filmada desde atrás de un ventanal que amortigua el estallido. Isabel se instala con sus hijos en la villa de campo de su madre y allí se encuentra con la vieja empleada doméstica, Mari (Antonia Olivares), cuya hermana desapareció recientemente en circunstancias que nunca se aclaran del todo. La situación económica de Mari y su familia es precaria por lo que, mientras continúa su trabajo oficial en la villa, también colabora en actividades criminales con el hijo adolescente de Roberta (Aida Roa), una policía del pueblo, quien está al tanto de las actividades de su hijo e intenta inútilmente apartarlo de un camino que prevé destinado al desastre.

La presencia del narcotráfico y su marco de amenaza es omnipresente, pero López Gallardo opta por abordar su objeto de manera elusiva. Los momentos en que la violencia se pone en escena son pocos y precisos. Lo que mayormente vemos o percibimos son los efectos de esa violencia cotidiana: el miedo, la vergüenza, la resignación y la idea de salvarse a partir de una complicidad que no tiene retorno ni admite arrepentimiento.

López Gallardo está menos interesada en contar una historia que en hacer que el espectador se sumerja en la experiencia que propone y por eso le da primacía a la construcción de atmósferas antes que a la narración. O en todo caso que esta se desprenda de aquellas. Las escenas se van sucediendo más bien como viñetas sin una hilación evidente y cabe al espectador ir construyendo un rompecabezas al que siempre le faltan piezas. La realizadora retacea información, la da de manera oblicua o simplemente la omite. Isabel se mete en a investigar en el mundo criminal para ayudar a Mari pero sus motivaciones, más allá de cierta empatía, no están claras, como tampoco están claros los motivos y la forma de la desaparición de la hermana de Mari, aunque se intuyan. Isabel le propone un pacto a uno de los empleados de la villa al que este al principio se resiste y que luego acepta y la naturaleza de este pacto es también poco clara. Sabemos que Mari y el hijo de Roberta están metidos en actividades delictivas que pueden tener que ver con un secuestro que nunca vemos bien. Esta manera de plantar el escenario, a veces diciendo sin mostrar y otras sin hacer ni una cosa ni la otra, puede a veces ser eficaz en la construcción de un ambiente de incertidumbre pero también se puede volver frustrante.

Del mismo modo, es también elusiva la puesta en escena. La realizadora deja que gran parte de la acción pase fuera de cuadro, con diálogos que se oyen sin ver a sus enunciadores o de los cuales vemos detalles. Se nota la influencia del mencionado Reygadas como también de Lucrecia Martel, principalmente de películas como La ciénaga o La mujer sin cabeza. Eso no quiere decir que los resultados sean parecidos. Tomas largas donde la acción transcurre en otro lado, diálogos que se escuchan en otro plano y a veces apenas se escuchan, un constante escamoteo de información. López Gallardo juega con la forma y lo que consigue, lo quiera o no, es un distanciamiento de su objeto. En ese mismo movimiento juega también con la paciencia del espectador a un punto en que su película se vuelve por momentos tan árida como su paisaje.

MANTO DE GEMAS
Manto de gemas. México, 2022.
Dirección: Natalia López Gallardo. Elenco: Nailea Norvind, Antonia Olivares, Aida Roa, Juan Daniel Garcia, Sherlyn Zavala Diaz, Balam Toledo. Guión: Natalia Lopez Gallardo. Fotografía: Adrián Durazo. Música: Santiago Pedroncini. Montaje: Natalia López Gallardo, Omar Guzmán, Miguel Schverdfinger. Diseño de Sonido: Guido Berenblum, Thomas Becka. Diseño de Producción: Angela Leyton. Dirección de Arte: Yves Roldán. Producción: Fernanda de la Peza, Joaquín del Paso, Natalia López Gallardo. Duración 118 minutos.