Un relato asfixiante y poético
“Manto de gemas” reúne a tres mujeres diferentes en un contexto que parece siempre a punto de estallar: Isabel, blanca, de clase media o alta; María, la empleada doméstica de Isabel, de etnia indígena y cuya hermana acaba de desaparecer, y Roberta, la jefa de policía de un pueblo mexicano dominado por el narcotráfico. Las tres se identifican entre sí por la posibilidad de una pérdida que se percibe siempre inminente en un lugar donde las desapariciones, muertes y secuestros son hechos cotidianos.
Lejos de elegir una narrativa tradicional para este tipo de películas que abordan el narcotráfico y sus consecuencias, la directora debutante Natalia López Gallardo, montajista de reconocidos directores como Carlos Reygadas y Lisandro Alonso, eligió el camino más difícil para describir la zozobra y los crímenes que suceden en ese ámbito. Las dificultades que va poniendo en pantalla, lo son tanto para ella como para el espectador, a quien desafía durante casi dos horas con decisiones técnicas y estéticas en las antípodas de las convenciones de género, sin atenerse a un relato lineal, con un resultado asfixiante, abrumadoramente crudo y al mismo tiempo poético.