“Mapa de sueños latinoamericanos”. Crítica. Un documental de Martín Weber. El film que es una coproducción entre Argentina, México, Noruega y Estados Unidos tendrá su estreno en la sala Malba Cine el próximo jueves 8 de julio a las 19 Hs. y reinaugurará las funciones presenciales de ese espacio a casi un año de su cierre. El film podrá verse todos los jueves de julio a las 19Hs. y los sábados a las 18Hs. Las entradas tendrán un valor de $200 ($100 pesos para estudiantes y jubilados) y podrán adquirirse online con anticipación en la web del museo a partir de la semana del estreno. La sala cumple con todos los protocolos Covid-19 y tendrá un aforo del 30%. Además, el director presentará su película en su estreno. El artista argentino Martín Weber realizó un recorrido por Latinoamérica entre los años 1992 y 2013 con el objetivo de fotografiar a personas de distintos países, quienes debían escribir en un cartel sus sueños y deseos. Varios años después y con esas fotos, como guía, el director emprende un nuevo viaje a las mismas ciudades, en busca de aquellos personajes, que se convierten en protagonistas del documental. De esta manera, aquellas imágenes tomadas por Weber, se transforman en el testimonio directo de individuos que trasmiten sus historias, desde el origen y sin intermediarios, para reflejar la identidad de Latinoamérica. Así, se suceden los relatos de vida de los diversos personajes, como sucesivas piezas que se conectan para finalmente dibujar un mapa, que a la vez acaba por expresar el retrato de una época, de una historia reciente. Un documental, que se hace fuerte en la primordial determinación de dejar fluir cada instante, como un momento único e irrepetible. Sin el mínimo propósito de forzar alguna acción, en donde la independencia y el poder de las imágenes contextualizan y conducen a la reflexión haciendo centro de la narrativa a cada historia, de cada protagonista. Un viaje de reencuentro para dilucidar en que resultaron esos sueños y deseos, una mirada al pasado, pero también al futuro, dentro de un entorno histórico y cultural. Un camino, que es una invitación a reflexionar sobre la memoria y el paso del tiempo, sobre los distintos paisajes y sus habitantes a lo largo de los años y de los diversos hechos políticos. Este imperdible documental, que es la ópera prima de Weber obtuvo premios en los festivales “Prix Documentaire de Toulouse” al mejor documental de cine latino, Mejor largometraje documental en el “Festival Latino de Seattle”, Mejor documental internacional en el “Festival Icaro” y Mención de honor del jurado en el “Festival Internacional de Cine de Brasilia”.
Synecdoche latinoamérica "A través de historias personales registradas a lo largo de casi 20 años, esta película nos invita a reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de América latina." Mapa de sueños latinoamericanos, 2020. Entre 1992 y 2013, el artista argentino Martín Weber recorrió Latinoamérica fotografiando en el camino a sus protagonistas, pidiéndoles que escribieran un deseo en una pequeña pizarra de madera. Años después y con esas fotografías como único mapa, Weber emprende un nuevo viaje por esas mismas ciudades en busca de aquellas personas. ¿Qué fue de sus vidas? ¿Y qué fue de sus sueños? Los paisajes latinoamericanos se suceden y se confunden. En todos alguna forma de violencia parece haberse mantenido de algún modo, así como las miradas de esas personas sosteniendo entre las manos un deseo. Historias colectivas y privadas que se modifican mutuamente. Un viaje que exhibe la multiplicidad de colores latinoamericana. Mapa de sueños latinoamericanos de Martín Weber se estrena en la sala Malba Cine en su reapertura Mapa de sueños latinoamericanos, ópera prima del artista multimedia Martín Weber, tendrá su estreno en la sala Malba Cine el próximo Jueves 8 de Julio a las 19hs y reinaugurará las funciones presenciales de ese espacio a casi un año de su cierre. El film podrá verse todos los jueves de julio a las 19hs y los sábados a las 18hs. Las entradas tendrán un valor de $200 ($100 para estudiantes y jubilados) y podrán adquirirse online con anticipación en la web del museo a partir de la semana del estreno. La sala cumple con todos los protocolos Covid-19 y tendrá un aforo del 30%. El director presentará la película en su estreno. Mapa de sueños latinoamericanos es un impactante ensayo documental filmado en Argentina, Perú, Nicaragua, Cuba, Brasil, Colombia, Guatemala y México, basado en un libro homónimo del fotógrafo y director publicado en 2018 por Ediciones Lariviere. Entre 1992 y 2013 Martín Weber recorrió Latinoamérica fotografiando en el camino a sus protagonistas, pidiéndoles que escribieran un deseo en una pequeña pizarra de madera. Años después y con esas fotografías como único mapa, Weber emprendió un nuevo viaje por esas mismas ciudades en busca de aquellas personas. ¿Qué fue de sus vidas? ¿Y qué fue de sus sueños? Los paisajes latinoamericanos se suceden y se confunden. En todos alguna forma de violencia parece haberse mantenido de algún modo, así como las miradas de esas personas sosteniendo entre las manos un deseo. Historias colectivas y privadas que se modifican mutuamente, en un viaje que exhibe la multiplicidad de colores de la región. Su director expresa que el film "es una invitación a comprender y visualizar el contexto y condiciones que limitan el horizonte de nuestras vidas en nuestro continente. Sólo podemos cambiar nuestro destino si nos permitimos imaginar uno diferente del que hemos recibido." “El cine sonoro ha inventado el silencio” escribía Robert Bresson en su gran libro Notas sobre el cinematógrafo. Y Martín Weber supo sacar el mayor provecho de este recurso al comprender que hay realidades que son lo suficiente crudas e impactantes como para andar incorporándoles elementos extradiegéticos. Tratando en todo momento de intervenir lo menos posible para maximizar los recursos obtenidos delante de cámara y avocándose exclusivamente a las historias de este crisol de personajes latinoamericanos cuyas historias, en su mayoría, no han sido un lecho de rosas. Todo esto funciona con mucha efectividad gracias al gran manejo de los aspectos técnicos, como una puesta de cámara que pudo captar la esencia del paisaje urbano y rural latinoamericano (pero abusando un poco de los ralentis) una bella y natural fotografía, un sonido ambiente que, junto con los mencionados silencios, hace las veces de banda sonora (aunque le falte un poco de presencia) y un hábil uso del montaje para ensamblar las fotografías en blanco y negro del pasado con el registro documental del presente. "Mapa de sueños de latinoamericanos es una película que duele pero no por ello deja de ser menos urgente su visualización."
Debut en el documental del fotógrafo Martín Weber Contundente y demoledor ensayo audiovisual que de alguna manera consigue ponernos en medio de realidades crudas y cocidas, que conforman ese gran mosaico, a veces ensamblado y otras discordante, que es toda la región al sur del Río Bravo. Hace casi 30 años, Martín Weber inició una búsqueda sobre identidades y sentimientos en América Latina. Viajó a 53 pueblos de ocho países y ciudades entre 1992 y 2013, de Argentina, Cuba, México, Perú, Nicaragua, Guatemala, Brasil y Colombia. Tomó contacto con muy diversas comunidades y personas. Con una propuesta simple y compleja a la vez: fotografiar a cada ser que encontraba con una pizarra donde este escribiría “su” sueño. Así completó este atlas en el libro Mapa de sueños latinoamericanos, un sondeo que reúne 110 fotografías en blanco y negro. Tiempo después volvió sobre sus pasos para reencontrarse con estos personajes con varios años transcurridos desde sus deseos. Los filmó en color grabando entre 2010 al 2017. Pero algunos ya no estaban, habían fallecido, o partieron a otro país. Este nuevo camino se transformó en un documental con el mismo nombre del libro. La primera escena nos muestra, con un montaje que evita la truculencia, una típica riña de gallos, donde como suele suceder hay un vencedor ensangrentado, y un vencido, también manchado de rojo, pero abatido. Y de alguna manera ya se nos está planteando la pregunta: ¿Es Latinoamérica una riña de gallos, donde cada quien le agrega a sus armas, materias más punzantes, dañinas y que provocan la muerte? Latinoamérica es un gran terreno de luchas sinfín, donde todos parecen buscar la felicidad, la salvación y porque no, el dinero. Pero en su gran mayoría termina encontrando dolor, ausencias y la más absoluta miseria. Y van apareciendo disímiles sueños que escriben diferentes personas de distintas edades. “Yo curandero, quiero que mi hija estudie para defender sus derechos" escribió un padre pajé con su primogénita recostada en su falda en Alagoas, Brasil. "Quisiera tener mis tierras propia" trazó una mujer originaria peruana junto a su hijo y su guagua. "Quiero ser policía", una niña mexicana en la frontera de Tijuana. "Yo quiero ser maestro" reclama un chico sobre una canoa destartalada. O la simpleza del "Deseo vivir para mi esposa, mis hijos y mis nietos" con que sueña un abuelo argentino rodeado de su familia en un parque. Y hay para todos los gustos: en Cuba un mozo escribe "Prohibido prohibir" y un lustrabotas "Yo quisiera ser poeta". Cuando Martín, ahora director, volvió a la Isla, el primero se había ido a Miami, el segundo había fallecido hacía tres meses. "Que los militares que mataron a mi hijo de 10 años no vuelvan más" reclama en la pizarra una guatemalteca junto a los tres hijos que aún viven. Se entiende que son todos casos individuales tanto que pueden ser una representación pero de manera de extractos de una sociedad. Como ese revolucionario en Nicaragua, al frente de la manufactura de ataúdes acompañado por sus 4 hijos, que luchó con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, pero que no se siente sandinista. Y cree que finalmente no hubo un gran cambio. Y aparece ese plano, de esa foto que conmueve. Una madre con su hijito de rostro serio en una Combi en Maclovio, Rojas, México, y su sueño es directo y contundente: "Cariño". Weber no nos da casi respiro. Hay pocos, contados momentos de cierto humor o ternura. Aquella Latinoamérica festiva, chispeante, de multicolores no está aquí presente. Aunque hay algunas historias que tienen final feliz. O al menos no de signo trágico. Su cámara no nos pasea por paraísos turísticos inalcanzables. Nos mete derecho en las venas abiertas. Recorre zonas y barrios semi abandonados, arrabales con desclasados. Y los propios protagonistas nos dicen que los que vivían en las favelas de Rio, muchos fueron asesinados o por la policía o por los narcos. “Se mata más en Brasil que en Siria, que en cualquiera de estas guerras que hay por el mundo” comenta en un entendible portuñol un veterano sobreviviente. Y como la Policía de allá es la que más mata, por consecuencia también es la que más muere. Pero como siempre sucedió y aun sucede, la mayoría de los que mueren son jóvenes, pobres y negros. Una frase terrible y que marca de manera indeleble a esta región –y por extensión al mundo- es la que dice una veterana abuela viuda (le mataron a su marido) brasileña: “El ser humano es exquisito, ama y destruye al mismo tiempo”. Si la primera toma era violenta y sangrienta, la última es reposada, tranquila, y de alguna manera esperanzadora. Más allá de las constantes crisis económicas, políticas y militares, alguna vez llegará esa utopía de la Patria Grande. Con sus imágenes, sonidos, olores, miradas, costumbres, sabores y colores, esta parte del mundo y quienes la habitan, tiene aún latente su fuerza transformadora. Como alguna vez escribió el cantante y compositor Gustavo Santaollala, que es quien puso la música en este film: Algo se está gestando, lo siento al respirar.
En los años 90, el fotógrafo Martín Weber recorrió Latinoamérica sacando fotos de gente corriente con profesión y clases sociales de todo tipo. Eran retratos de estas personas en los que sostenían una pizarra donde cada una escribía sus sueños, cosas tan disímiles como “Mucho dinero”, “Prohibido prohibir”, “Mejores salarios”, “Que la necesidad no perturbe nuestros sueños” o incluso esta la foto de una nena que escribió “Quiero ser policía”. Weber volvió a esos países muchos años después para intentar una guía nada turística que lo reencontrara con la gente de estos retratos y ver que había sido de sus vidas, y sobre todo qué había pasado con esos sueños escritos en las pizarras. Sin duda una misión difícil, ya que en aquellas ciudades de la Argentina, México, Brasil, Guatemala, Colombia o Cuba no siempre estaba vivo el personaje de cada foto en cuestión. Algunos habían muerto, otros se habían mudado a otro país, y entonces el director –que basó esta película en un libro publicado hace unos años- film a la gente que recordaba a la persona de la foto. Todo esto da lugar a una pintura distinta e interesante de América Latina, y a historias que en algunos casos son propias de un lugar común de la región, o a relatos distintos y atrapantes, por ejemplo las historias que surgen en Cuba, donde Weber consiguió algunas de las mejores partes de esta película que por momentos tiene un tono entre lánguido y pretencioso, pero que cuando da en el blanco lo hace con fuerza. La sutil música ambiente y la excelente dirección de fotografía son dos puntos a favor que ayudan a recomendar un documental atípico.
Un trabajo de acompañamientos y anhelos, de sueños y de deseos, que lamentablemente, a la distancia, terminan por construir una desesperanzadora radiografía sobre la vida en la región, un espacio que aniquila a sus habitantes y aspiraciones.
MAPA DE LUZ Martín Weber es un nombre prácticamente ajeno al cine pero no así a las artes visuales. Mapa de sueños latinoamericanos es la culminación del profundo y ambicioso ensayo fotográfico del mismo nombre. Un recorrido por ocho países de Latinoamérica retratando distintas personas que en una pizarra escriben sus sueños, una tarea que inició en 1992 y finalizó tras un recorrido de 53 ciudades. El trabajo en blanco y negro es un documento antropológico tan esclarecedor como desgarrador sobre la realidad social de Latinoamérica, mimetizando los rostros y los gestos con la pizarra: si tienen la posibilidad de ver la muestra es más que recomendable. Pero aquí estamos con el estreno del documental, un retorno de Weber a las figuras en sus fotografías, una búsqueda que registra la voz, el espacio urbano y la posibilidad de encontrarse con esas mismas personas varios años después. El resultado es un complemento necesario que realza el trabajo fotográfico. Más allá de sus irregularidades, la voz de Weber en su ópera prima es firme y entre la maraña de fotografías, callejones y rostros se construye un rompecabezas territorial que trasciende las fronteras. En la foto hay un tipo flaco, alto, con la mirada perdida que sostiene su delgadez con esfuerzo. “Mi sueño es morirme”, dice la pizarra, debajo de un recorrido serpenteante de cicatrices. “Cariño” aparece arrojando en otra pizarra, detrás del parabrisas de una vieja camioneta. Una joven de mirada intensa aparece arrojada sobre el asiento delantero, apenas decaída, en una foto que parece reclinarse como la pizarra. Son dos de las fotos mejor trabajadas y en el marco del documental quedan impresas en la retina por la fuerza de sus palabras. La búsqueda de los testimonios es el complemento cinematográfico que da en el vertiginoso recorrido una nueva dimensión de esas imágenes. Salvo cuando se inclina por una alegoría de trazo grueso como la secuencia inicial, el registro se focaliza en los detalles y la composición a través del paneo, y el travelling se utiliza como una transición. Hay una mirada fotográfica que se denota en la atención sobre las texturas, en particular al capturar las manos y los rostros. Por otro lado, cuando se sale del detalle sobre la figura humana, el espacio urbano en los planos generales es de una rigurosidad quirúrgica, en particular en Brasil y Colombia, donde urbes como Río de Janeiro aparecen como una enorme telaraña. Allí buscar las personas que protagonizan el relato parece una empresa titánica. Pero ¿qué hay de las historias? El relato que se construye a partir de las inequidades sociales, el desamparo, los regímenes dictatoriales que desangraron a los estados latinoamericanos a lo largo de los años, los levantamientos revolucionarios que fueron perdiendo su curso y la feroz violencia paramilitar es un fresco de los últimos 50 años de historia de la región, nuestra región. Pero Weber singulariza sobre las historias sin levantar la voz, dejando que los testimonios hablen, a menudo en lugar de figuras ausentes o difuntas, sin perder la emoción que moviliza cada segmento. No hay una frialdad esquemática de conceptos sino que da espacio a la sensibilidad con una inteligencia notable. Mapa de sueños latinoamericanos es una ópera prima tan amarga como esperanzadora en sus pequeños momentos luminosos, en particular al dar relieve a las emociones y confiar en la fuerza de las imágenes, que de eso se trata tanto el cine como la fotografía.
“Fotografiar es conferir importancia”, sostiene Susan Sontag en uno de los artículos que componen Sobre la fotografía. Palabras comprendidas por Martin Weber quien vuelve tras sus pasos para buscar el presente de las personas que había fotografiado en distintos puntos de América Latina entre 1992 y 2008. En aquel momento una consigna se repetía: la invitación a que todos y todas escriban en una pizarra su sueño. En el registro audiovisual Mapa de sueños latinoamericanos nuevas preguntas se plantean: ¿Qué habrá sido de la vida de aquellas personas? ¿seguirán en el mismo lugar? ¿habrán cumplido sus deseos?