Maracaibo

Crítica de Guillermina Ramella - Función Agotada

Facundo (Matías Mayer) es asesinado frente a sus padres (Mercedes Morán y Jorge Marrale) en el living de su casa. La muerte de su único hijo hunde a este matrimonio en una tristeza profunda y despierta en ellos el deseo de venganza.

Podría haber sido una película que tuviera al espectador al borde de la butaca durante noventa minutos, podría haber generado en el público sensaciones de angustia, miedo, ansiedad. Pero la realidad es que aburre, de principio a fin.

Este film dirigido por Miguel Ángel Rocca (La Mala Verdad, Arizona Sur) es tan lento que uno siente que la vida se le va mientras espera que suceda algo en la pantalla. Maracaibo presenta una historia fuerte que está totalmente desaprovechada, volviéndose chata y predecible. Todos los acontecimientos dentro de la trama (que no son muchos) se pueden advertir con anterioridad y esto mata por completo al factor sorpresa. Plantea a un padre que siente culpa por no haber aceptado la sexualidad de su hijo cuando estaba vivo y que busca vengarse pero cae en absolutamente todos los lugares comunes posibles. Tiene la escena del padre llorando en la ducha, tiene la pelea sin sentido en la cual sale golpeado, tiene todo lo esperable.

Maracaibo presenta una historia fuerte que está totalmente desaprovechada.
El principal problema es la mala dirección de actores. Las performances de Marrale y Morán son pobres y poco creíbles, muy por debajo del nivel al que acostumbran. Hablan como si estuvieran recitando de memoria el guión, sin expresión y sin actitud. Mayer está correcto aunque tiene pocas apariciones. El mejor de todos es Nicolás Francella, quien interpreta al joven ladrón que sin quererlo se convierte en asesino. Sus escenas son escasas y sus diálogos también pero logra transmitir la desolación y el abandono que siente su personaje a través de una mirada punzante y sin vida. Luis Machín pasa sin pena ni gloria representando al padre de Francella.

No hay indicios de paso de tiempo y esto complica a la continuidad. Lo único que va cambiando es la curación de las heridas de Francella pero no es suficiente para dar cuenta del tiempo transcurrido y eso confunde al espectador. El sonido tiene fallas imperdonables tales como una cachetada de Marrale a Morán que no se escucha.

Maracaibo toca temas fuertes e importantes sin hacerse cargo de ninguno. Es un thriller que no genera tensión. “¿Cuánto falta?” preguntó varias veces un chico que estaba sentado en la fila de atrás. Lo mismo que pensamos muchos durante toda la proyección.