Los silencios y las miradas son un factor fundamental en la película de Miguel Ángel Rocca. Un drama en el que sobresalen las actuaciones de Jorge Marrale y Mercedes Morán.
El matrimonio de Cristina (Mercedes Morán) y Gustavo (Jorge Marrale), junto con su hijo Facundo (Matías Mayer), conforman una familia tradicional. Pero eso se desmorona por completo cuando un secreto sale a la luz, poco tiempo antes de que el joven fallezca de manera trágica. Sus padres deben afrontar el dolor, sentimiento que se entremezcla con la culpa y el arrepentimiento.
Rocca elige una historia compleja por donde se la mire, y la traslada al cine apoyada en las interpretaciones de los personajes principales. Sus miradas reconstruyen y le dan sentido a los momentos en los que las palabras se ausentan.
Maracaibo es un film para reflexionar sobre los vínculos (especialmente el de padre-hijo). El verla deja la necesidad de decir lo que se siente cuando hay que hacerlo, porque no se sabe si puede existir otro momento. Y lo desgarrador de la historia se relaciona con la fragilidad de los seres humanos, que no son inmortales, ni tienen la capacidad de retroceder el tiempo.
Las interpretaciones son excelentes. Marrale transmite todo lo que su personaje atraviesa mediante la mirada; y Morán lo acompaña de la mejor manera, logrando que el matrimonio sea creíble. Mientras que Alejandro Paker tiene la posibilidad de mostrarse en un rol distinto al que tiene acostumbrado al público; y los jóvenes Mayer y Nicolás Francella están a la altura de la película.
Lo más interesante de la película de Rocca es que, sin llegar a pensar en esa situación extrema, el espectador se irá del cine evaluando si dice lo que siente en lo cotidiano. Una pregunta interna que pocas veces es realizada.