El negocio debajo del ring
Lo primero que se interpreta cuando uno escucha que se realizó un documental sobre Sergio “Maravilla” Martínez es que veremos un biodoc. O sea, la típica biografía del niño humilde, que a fuerza de golpes salió adelante en la vida y triunfó como boxeador. Por suerte, el trabajo de Juan Pablo Cadaveira es mucho más que un retrato personal.
Esquivando acaso los lugares comunes de las biografías televisivas, el realizador argentino siguió al boxeador durante más dos años, mucho antes de conseguir la fama que lo posibilitó a transformarse en figura mediática. Cadaveira decidió centrar la tensión del relato en el conflicto que Maravilla tuvo con la cadena HBO cuando le arrebató el título de campeón mundial en peso mediano porque no era una figura reconocida, y en cambio decidieron otorgárselo a Julio César Chávez Jr. que en México ya era famoso, debido a que su padre, también boxeador, era una figura popular, tanto por su perfil deportivo como por los excesos en su vida personal.
De esta manera, el film comienza cuando Maravilla se lleva el título, pero le anuncian que en la revancha, en su lugar va a pelear Chávez, mientras que él pelearía por el Campeonato Diamante, algo así como un premio consuelo.
A partir de ese momento, Cadaveira recorre el camino que hizo Martínez para empezar a hacerse notar, no solamente ante el aficionado del box, sino también en su propio país, donde era un desconocido total, explicando su participación, incluso en Bailando por un Sueño.
Lo más interesante del documental no es conocer la vida del boxeador – narrada a través de flashbacks donde nunca se profundiza demasiado cada etapa que tuvo que atravesar – sino el negocio que existe detrás del mundo del boxeo. O sea, lo que a primera vista es un retrato sobre una persona, se convierte en un interesante alegato en contra de HBO y el control que tiene sobre las decisiones que toma el Consejo Mundial del Boxeo, sobre los arreglos que hacen los managers y de la imagen que se quiere exportar al mundo sobre el boxeador en sí, dejando a un lado los atributos deportivos.
Con un montaje ágil y dinámico, el documental de Cadaveira es clásico porque las entrevistas son conservadoras y convencionales, pero a la vez tiene una narración casi ficcionalizada, que guarda la tensión para el espectador ajeno al mundo del boxeo, sobre el resultado que tuvo la pelea final con Chávez. Es notable, además, como el documental abre una vertiente humorística a través de la figura de la madre del boxeador, que sufre cada pelea y golpe que le dan al hijo, en medio del contexto de reuniones familiares, que demuestran las tradiciones y costumbres argentinas.
Acaso un documental que profundice sobre los contrastes en la vida y la carrera del personaje hubiesen dado como resultado un trabajo más complejo, una mirada más parcial y no tan a la defensiva del astro argentino, pero teniendo en cuenta, que Maravilla termina siendo solo una excusa para que el realizador muestre el lado oscuro del deporte, está bien que el protagonista no tenga más participación de la que tiene, y se limite a narrar su punto de vista nomás de los hechos. Cadaveira tuvo la oportunidad de estar en cada evento que siguieron a la pelea que le dio el título – luego arrebatado – a Maravilla, y por lo tanto es prodigioso que no solo haya material de archivo, sino también registros originales, incluyendo entrevistas a figuras como Mike Tyson o Don King, que defienden a Maravilla.
Material por demás interesante para aficionados o no del mundo del box, fanáticos del peleador argentino, Maravilla, la película, es un producto digno, que mantiene al espectador palpitando en cada pelea como si estuviera en Las Vegas o el Luna Park.