Paulo Pecora elige lo sórdido, el poderío de la naturaleza, la ausencia de música y casi sin diálogo, sorprende con un triángulo entre dos mujeres, un fugitivo con la tensión erótica y la amenaza de los exsecuaces que se sabe no tendrán piedad. Buenos climas, buenas actuaciones, algunos efectos de más y ciertos errores de arte no invalidan un film valorable.