Un maldito ladrón
Tras El sueño del perro, Pécora regresa a la zona más agreste del Delta del Paraná para una película bastante más sórdida que aquella ópera prima conocida en 2009.
Entre el film-noir, el drama romántico y con elementos del western, Marea baja narra la historia de un ladrón (el siempre convincente Germán de Silva) que llega con una herida y unos dineros a cuestas a un parador de la zona regenteado por dos mujeres (Susana Varela y Mónica Lairana). El parco y duro antihéroe, en su marcha hacia el Uruguay, decide quedarse un tiempo en el lugar porque en verdad busca desenterrar el botín de un golpe anterior. La tensión (erótica) crece entre el recién llegado y las dueñas (hay buenos momentos de voyeurismo en la construcción de ese triángulo amoroso); así como la sensación de que en cualquier instante los socios/cómplices del protagonista pueden llegar a reclamar su parte (Pécora expone las recurrentes pesadillas que lo atribulan).
Casi sin parlamentos y evitando por completo el uso de la música, el director se basa en la potencia de las imágenes de esa naturaleza salvaje (hay, en ese sentido, una impecable utilización del sonido, aunque por momentos se recurre a algunos efectos innecesarios) y en la expresividad de sus intérpretes (tres centrales y dos secundarios) para generar climas opresivos, densos y ominosos dentro de una narración bastante cáustica y minimalista que sirve para describir la lucha de ese hombre, marginal y torturado, por apartarse de la maldición de su sino trágico.