Dejar todo atrás
Marea humana (Human Flow, 2017) es un documental dirigido y co-producido por el activista social chino Ai Weiwei. El artista retrata el mayor desplazamiento humano desde la Segunda Guerra Mundial: más de 65 millones de personas fueron implícitamente obligadas a abandonar sus hogares debido a la guerra. El film fue rodado a lo largo de un año en 23 países distintos, entre los que se encuentran Siria, Grecia, Pakistán, Italia y Alemania. Se presentó en el 74º Festival Internacional de Cine de Venecia, en el que obtuvo críticas mixtas.
Gracias a unos planos aéreos inmensos, Weiwei nos muestra la cantidad de humanos que día a día caminan sin tener un destino fijo. Desde esa altura se los percibe como hormigas, en un silencio abrumador que impacta desde el comienzo. Las casas hechas pedazos, el fuego arrasador y los animales desnutridos son sólo algunas de las imágenes que quedan en la memoria cuando los créditos bajan.
El documental contiene entrevistas a los refugiados, recorre sus diversos campamentos y expone muchísimos datos en pantalla con cifras impactantes. Aparte hace foco en las consecuencias que ya son visibles debido al cambio climático, otro conflicto que también fuerza a las personas a migrar. Por otro lado somos testigos de la tensa relación que existe en la frontera entre Estados Unidos y México, donde el control norteamericano nunca descansa.
Hay que tener en cuenta que la cinta contiene un ritmo casi nulo y al durar 140 minutos es casi imposible que en algún punto no se torne pesada. Algunos hechos resultan repetitivos, que el diálogo sea escaso puede aburrir pero no se debe olvidar que lo que se está mostrando sucede en la realidad y el producto no está hecho para entretener.
Que el director aparezca en pantalla grabando con su IPhone o sacándose selfies con carteles en apoyo a los refugiados resulta totalmente innecesario. No aporta nada y te saca de la experiencia cruda de la crisis migratoria. Por suerte él no es protagonista y esos momentos quedan en el olvido.
La reflexión está presente en cada minuto ya que la empatía se transmite a la perfección por más que no se llegue a conocer en profundidad la historia de cada refugiado. Uno consigue ponerse en el lugar del otro sintiendo cómo esa persona sufre la desigualdad por su religión o etnia, lo que le genera el pensar que ni siquiera es un ser humano por la manera en la que es dejado de lado. Los cierres de frontera repentinos, las mujeres embarazadas que no saben dónde podrán dar a luz y la cantidad de ahogados por intentar cruzar el mar Mediterráneo son hechos que dan bronca, indignan y entristecen.
Desde sus planos abiertos tan hermosos como devastadores, Marea humana nos abre los ojos de lo que sucede en nuestro planeta de una forma realista y necesaria. Aunque en su desenlace deja un mensaje de esperanza hacia el futuro, el respeto hacia el prójimo se siente perdido y está bueno que esa sea la sensación que nos quede porque sólo de esta manera se puede empezar a tomar consciencia de cómo deberíamos actuar.