Ulises de la Orden se introduce sigilosamente en una comunidad educativa del Delta en la que las reglas para enseñar y aprender van a contramano de lo establecido, por suerte. Niñes y adultos comparten la idea de comunidad y trabajo en equipo. La cámara revisa el espacio y se detiene en charlas y emociones. 20 horas en CINEAR.
“Marea y Viento” Crítica El transcurso del día a día en la escuela experimental “Los Biguá”, en el Delta argentino como modelo de un nuevo tipo de educación Ramiro Cruz Hace 24 horas 0 104 El documental de Ulises de la Orden viene a demostrar los nuevos vientos de una educación menos jerárquica, donde el respeto y el compromiso son las premisas fundantes. La educación alternativa, toma cada vez mayor fuerza como opción del abordaje y aprendizaje para todas aquellas personas que no se encuentran conformes con un sistema educativo que encuentra “el saber” dentro de un aula, de forma poco lúdica y muy competitiva. Gracias a la comunidad de “Los Biguá”, una escuela experimental ubicada a orillas del río Carapachay, aprendemos que la educación, el juego, la igualdad y el compromiso espontáneo son parte de una misma ecuación. La enseñanza además, no se limita a los conocimiento aparecen en los libros, aquí vemos como niños y niñas desde muy temprana edad comienzan a familiarizarse con habilidades las cuales catalogaríamos de muy complejas debido a todos los prejuicios con los que cargamos. Pero no solamente son los alumnos de esta escuela lo que se presentan diariamente a aprender. Sus padres también asumen el compromiso al formar parte de la panadería que sustenta toda esta estructura, para demostrar una vez más lo importante del trabajo en equipo para lograr un objetivo en conjunto. A lo largo de todo el documental, la idea de la ayuda constante entre los chicos, los profes y los padres y madres es lo que hipnotiza al espectador, el hecho de que no existe una competencia, el “muy bien diez“ acompañada de una carita feliz o el “Mal“ con la carita triste es lo que estimula a los estudiantes a animarse a participar de las consignas de no estar inhibidos al error. Otra lección muy importante que se aprende a lo largo de este largometraje, es el valor del trabajo en equipo, sin importar de quien se trate. Podemos apreciar en todo momento la labor en conjunto por parte de todos los integrantes o participantes de esta escuela, sin escalas de poder nadie trabaja para el otro sino que todos se ayudan entre si y colaboran los unos con los otros. De esta forma se aprecia como los chicos sirven el desayuno a sus compañeros y profesores, como se encargan de limpiar las instalaciones y hasta van a la cocina de la escuela para aprender como preparar diferentes recetas. Por supuesto que encontraremos dificultades en este documental. Al tratarse de una forma de educación novedosa, la ayuda o el compromiso de las diferentes entidades municipales como provinciales o nacionales no se encuentra presente, como tampoco contar con una certificación para acreditar este tipo de educación lo cual este documental critica de forma muy clara. Dirección - 85% Música - 70%
El naufragio al aprender entre pares . Crítica de “Marea y viento” El cineasta Ulises de la Orden visibiliza una enseñanza horizontal, cooperativa y autogestiva Florencia Fico Hace 24 horas 0 135 El documental “Marea y viento” expone los obstáculos que surgen al crear una nueva visión para el aprendizaje con una pedagogía deja de imponer jerarquías. Crea un ambiente equitativo en la división de tareas entre estudiantes y docentes. Además revela la falta de reconocimiento del Estado, sus problemas para el sostén económico de su escuela “Los Biguá” y el intermitente involucramiento de los padres con la institución. Por. Florencia Fico. Marea y viento (2020) - Ulises de la Orden El director Ulises de la Orden continúa su filmografía siempre comprometida con las problemáticas sociales. Un registro observacional que permite un vínculo íntimo con el colegio sus alumnos, profesores, madres y padres. También registra los ritmos de vida en el Delta del Tigre donde el realizador por medio de la cámara describe la cotidianidad de los lugareños sus intercambios, actividades, conductas, procesos y sus crisis, debates, emociones asimismo reflexiones lo que provoca una relación con el tema de forma empática y participativa. Marea y viento (2020) - Ulises de la Orden El texto de Ulises de la Orden simboliza con tomas largas, el sonido ambiente y los discursos oídos, una declarada denuncia y advertencia sobre cómo se asume otro estilo de trasmisión de saberes; de una forma más dialógica y comunitaria. Donde el estudiante es un sujeto activo, quien forma sus pensamientos sin la subordinación al profesor si no que acompañado por él y asistido por sus compañeros. Quienes se les indica no juzgar si se equivoca. Se lo ayuda, lo que deja un clima de contención. Marea y viento (2020) - Ulises de la Orden En torno a la gestión de su manutención la escuela: “Los Biguá” establece una conversación directa con las mamás y papás de los chicos. Donde reconocen que el municipio no los avala como entidad de enseñanza y corren el riesgo de perderla sin su financiamiento. Pero, con su aporte colectivo de cada pariente, en la contribución a la panadería da dinero para seguir funcionando. Aunque a veces con déficits en la producción, falta de responsabilidad de los papás que en ocasiones son formados de la misma forma que sus hijos para que forjen una conciliación entre sus trabajos y la subsistencia de la institución. Marea y viento (2020) - Ulises de la Orden La fotografía de Pablo Parra registra de manera etnográfica la fauna y flora del lugar con panorámicas. Tomas en contraluz para mostrar un espacios con luces y sombras. Captura las imágenes con la luz natural dándole una esencia más autóctona, rural y pictórica. Se hacen planos medios para ver el mecanismo de enseñanza de los niños en rondas. A su vez planos enteros que los exponen jugando.
Hace ya casi dos décadas, el francés Nicolas Philibert estrenaba Ser y tener, un excelente documental sobre la incansable tarea de un docente en una precaria escuela rural del pueblo de Saint Etienne sur Usson. Ahora, el prolífico Ulises de la Orden (hace un par de meses estrenó Nueva mente y hace dos semanas lanzó Vilca, la magia del silencio) presenta un retrato que tiene varios elementos en común, aunque en este caso la mirada es coral, más centrada en la dinámica de grupo que en la épica individual. El director de Río arriba, Tierra adentro, Desierto verde y Amanecer en la tierra llevó su cámara hasta la escuela experimental Los Biguaes ubicada en el Delta (sobre el río Carapachay). Como bien se explica en una de las reuniones entre docentes y padres, ese centro educativo no cuenta con apoyo del municipio de Tigre, ni de la provincia ni de la Nación y se sostiene gracias a la producción de una panadería en la que participa toda la comunidad educativa. Los 70 minutos de este austero documental observacional (que tienen como otro antecedente directo a La escuela de la señorita Olga, de Mario Piazza) se dividen entre las actividades didácticas (mucho más creativas y menos formales que en la educación tradicional) y las reuniones en las que los miembros de esta suerte de cooperativa debaten cómo llevar adelante este proyecto alternativo y gratuito en una geografía, con condiciones climáticas y en unas condiciones económicas extremadamente difíciles. Contra marea y viento.
UNA CUESTIÓN DE FORMA En su nuevo documental, Marea y viento, el director Ulises de la Orden introduce la cámara en la intimidad de “Los Biguaes”, una escuela ubicada en el Delta del Tigre, a orillas del Río Carapachay, que ofrece una propuesta pedagógica diferente: un espacio donde los chicos aprenden en un contexto de menor organicidad formal y mayor apuesta por la creatividad, y donde los padres asisten en tareas claves para sostener el emprendimiento. “Los Biguaes” no es aceptada por el Estado como una institución legal y el sustento económico está dado por una panadería que produce diversos alimentos. De la Orden, entonces, sigue un año de actividad lectiva con una cámara atenta a los detalles, con una precisión absoluta en la observación de cada situación, escudriñando en las tareas educativas de los chicos, pero también en los debates que se generan entre padres y autoridades ante los problemas que atraviesa el proyecto. Las clases se dan en un mismo salón, con grupos separados por edades. No hay pupitres, todos se sientan en ronda y la participación de los docentes es más cercana, dejando de lado las escalas jerárquicas de la educación tradicional. “Nosotros no trabajamos para ellos, trabajamos junto a ellos”, dice uno de los docentes. Pero los chicos no solo aprenden lo lógico que aprenden en la escuela, sino además a preparar alimentos, servirlos en los actos públicos, ayudar en las tareas de limpieza o acomodar el mobiliario. Es una forma de poner en movimiento los saberes de la institución: saber cuántas hamburguesas se pueden hacer con un kilo de carne es una forma interesante de aprender matemáticas, y también una actividad práctica como cocinar. En contrapartida los padres ayudan en la elaboración de los alimentos que vende la panadería del colegio, y se comprometen a asistir una cantidad de horas semanales para darle forma a este proyecto colectivo. Viento y marea observa, registra y expone un espacio que es otra forma de entender la educación, una forma alternativa sobre la que la película no ejerce un juicio de valor ni una exacerbación. De hecho no se esquivan los conflictos ni se romantiza un sistema: no todos los padres pueden colaborar de la misma manera y eso queda expuesto en los debates con las autoridades. Ulises de la Orden logra un efecto óptimo en su película: a pesar de estar ahí, cuerpo a cuerpo con alumnos y docentes, la cámara se vuelve invisible y ninguno de los participantes parece estar intimidado por su presencia. Y para decir lo suyo no utiliza subrayados ni recurre a la voz en off. Esa invisibilidad permite que los protagonistas se muestren auténticos y que la película respire honestidad. Hace un par de semanas se estrenó Vilca, la magia del silencio, anterior documental de De la Orden en el que reinaba el busto parlante. El director demuestra así que no hay una forma concreta ni definitiva, que cada tema y cada material precisa de un tratamiento diferente. Un poco lo que sostienen los docentes de “Los Biguaes” en su relación con los chicos. En el último plano del documental, luego del último día de clases, una lancha repleta de alumnos se aleja del colegio. Y de la misma forma nos vamos los espectadores, luego de atravesar una experiencia renovadora.
En Marea y viento, el director Ulises de la Orden nos acerca la posibilidad de conocer un proyecto educativo en las islas del Tigre, que trasciende esa instancia hacia una forma de encarar la vida. El documental se estrena en Cine.Ar TV y Cine.Ar Play. Entramos en el documental in media res. Unas mujeres jóvenes cocinando mientras conversan de cosas cotidianas. De ahí pasamos a unos niños llegando a un colegio en lanchas. La escuela “Los Biguá” del Río Carapachay, en el Delta del Paraná (Tigre), no es sólo un proyecto educativo (que no cuenta con el aval oficial), sino que es una manera diferente de entender la educación y de generar autonomía en los chicos que juegan a las escondidas o colgándose de los árboles del lugar, colaborando con las tareas de mantenimiento del establecimiento o cocinando y recitando a Lorca, leyendo a Dumas, aprendiendo de geografía armando rompecabezas divididos en grupos, sentados en ronda, por edades e intereses, cada uno de ellos con un maestro pero todos en el mismo y único salón que oficia de espacio de clase. El colegio se sostiene económicamente por la panadería que por turnos llevan adelante los padres y madres, donde fabrican productos que venden afuera o, también, los que se consumen como desayuno o merienda. Ulises de la Orden (Río arriba, Vilca, la magia del silencio) evita las entrevistas a cámara y decide que Marea y viento narre por medio de distintos momentos montados al efecto de dar cuenta de la experiencia que se está llevando a cabo, como si fuéramos invitados al evento. El cocinar, el desarrollo de las clases, las llegadas de los chicos, las reuniones de padres/madres con los maestros van dando forma a este acercamiento primero, y a gran escala, de lo que significa elegir otra manera de vivir. Una aproximación documental a un proyecto educativo distinto y por fuera del marco oficial es lo que ofrece Marea y viento de Ulises de la Orden.