Liliana Paolinelli (Córdoba, 1968), llega a su cuarto film con una madurez narrativa y visual destacable. Sus tres películas anteriores la afirmaron en cierto lugar distinto por su modo particular de abordar los vínculos y la cuestión de los afectos. Nos referimos a Por sus propios Ojos (2008) y Lengua Materna (2010) y Amar es bendito (2013), todas vistas, disfrutadas, reseñadas y recomendadas desde leedor.com
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La historia plantea un problema romántico central: la cuestión del desencuentro amoroso a partir de la percepción de una situación ambigua, y el deseo que nace de esa zozobra, donde la diferencia de códigos por cuestiones etarias también es central. Iris (Susana Pampín), una mujer que ha pasado los cincuenta años, se descubre perturbada por el posible enamoramiento de la hija veinteañera de una amiga a la que cuida estudiando lejos de su casa en Buenos Aires. Con una pareja de 23 años en su haber (Eva Bianco), y un entorno de amigas con las que comparte rutinas que también ocultan pasiones internas secretas, su vida parece ser estable. Pero el encantamiento de la expectativa irá alterando su vida cotidiana de profesión científica y andar metódico, interrumpiendo su racionalidad. La peripecia, una vez más, no tiene moral, ni constituye un conflicto dramático, sino que pareciera ser más un aprendizaje y una consecuencia más de ser sensibles al amor y a sus pliegues.
Continúa la línea de su película anterior en cuanto a la legalidad propia que tiene el film, que crea su propio hábitat donde hacer transcurrir la historia. Una vez más, no se pone aquí en conflicto la cuestión de las elecciones sexuales. Si como dijimos en su momento, en Amar es bendito “las formas de ser ya no piden permiso, los personajes se mueven libremente, con el sólo límite de sus propios prejuicios”, la amenaza aquí parece ser justamente, la propia fantasía que construye el deseo, desde mujeres que son libres, responsables de sus pulsiones y absolutas protagonistas de sus vidas.
Destacamos especialmente algunos elementos que convierten a Margen de Error en una película muy interesante, que debe verse sin dudas. Por un lado, la acertada elección y dirección de actrices (los tres papeles centrales, Pampín, Bianco y la joven tucumana Camila Plaate arman un trío que sostiene la solidez narrativa de la película a la perfección), por el otro, la precisión del guión, su tiempo justo, perfectamente entramado desde el montaje (a cargo de otra mujer, Lorena Moriconi, presente en este festival con dos películas que también despiertan nuestra expectativa, La excusa del sueño americano y El sueño del Planeta verde); y finalmente, el conformar un nuevo jalón de la directora en torno al tema de los vínculos y fantasías entre mujeres, siendo sus películas únicas en el tema, que además, es totalmente sensible a los nuevos modos de pensar y representar los deseos de les mujeres en los debates contemporáneos que nos atraviesan como sociedad..
Esta nota se publicó originalmente el 6-04-2019 durante el BAFICI