Un metejón que es caída
Liliana Paolinelli ya se había encargado de desarrollar historias donde la visibilidad del tópico lésbico no cayera en el estereotipo o los clichés de la representación cinematográfica comenzada con las películas LGBTIQ. En ese sentido, Margen de error expone las aristas de un triángulo amoroso y poco importaría que estuviese protagonizado por mujeres. La idea base del opus de Paolinelli tiene por objeto manejarse en el territorio de la mirada de la protagonista, interpretada por Susana Pampín, al verse atraída por una joven, en la piel de Camila Plaate, con quien tiene cierto parentesco pero también afinidad de gustos e ideas algo diferentes a las que tiene la actual pareja, rol reservado para la actriz Eva Blanco.
El título provoca alguna reflexión porque un margen de error alude a un defecto en un cálculo, o también es el error permitido y desde ese “permitido” el deseo y la necesidad de sentirse seducida -y a la vez amada- llega a la vida de la protagonista, bioquímica, quien transita por los cincuenta años y pretende generar nuevos desafíos a su rutina, no necesariamente al lado de su pareja, aunque sí apoyada en las amigas, en sus costumbres y modos de entender la sexualidad femenina.
La película de la directora de Lengua Materna nunca pierde el horizonte en función al deseo y a esa tensión irresuelta entre el círculo de confort y la fuga hacia la inestabilidad emocional se columpia hasta a veces lúdicamente. Por ese motivo cuaja desde el planteo inicial, desde la diferencia de edades y también en la esfera interior de este personaje atribulado de contradicciones, elementos que la vuelven mucho más interesante aún.