Un modestamente ejecutado triángulo amoroso.
Las intenciones narrativas de Margen de Errorrecuerdan a las de Lolita, con la diferencia de que en esta no hay un morbo tan acentuado como había en aquella. Sí, los deseos de la carne están, pero acá puede verse un deseo mucho más claro: un énfasis de mostrar su raíz más romántica.
Crítica realizada durante el BAFICI 21
Un margen no tan grande
Margen de Error se muestra como una historia clásica y su título es una clara alusión al rol que tiene dicho concepto dentro del conflicto dramático. Los personajes consideran el costo-beneficio de lanzarse a una historia de amor, pero algo se les escapa siempre, algo que ni sus mejores planes pudieron anticipar: ese margen de error que los hace inevitablemente humanos en lugar de actores que simplemente recitan líneas.
Esta odisea de una mujer que -sabiéndose entrada en años- busca un amor más joven, tiene una decidida línea dramática. Sin embargo no pierde la oportunidad de arrojar un breve momento de comedia. Es una historia que nos devuelve a todas esas decisiones de las que nos arrepentimos, en particular por ser drásticas y apresuradas, y que cuando resultan no tener remedio son las más dolorosas.
Es una historia simple, de medios simples y recursos visuales que no buscan llamar la atención sobre sí mismos, pero que toca los sentimientos precisamente por la labor interpretativa de sus dos protagonistas: Susana Pampín y Camila Plaate. Esa dinámica de buscarse la una a la otra, algo que empieza como simple amistad, se sostiene a base de un vínculo cuasi materno en su protección y de la competencia con otras chicas. Y luego termina por extenderse, en un manto de incertidumbre, tanto a la reciprocidad de ese amor como a las consecuencias de animarse a vivirlo.