Alejandro Maci tras un merecido homenaje
Una semblanza sobre una de las mujeres que abrió camino a otras mujeres en diferentes frentes de la vida.
Para aquellos que conocen la trastienda de esta película, el poder disfrutarla en pantalla grande, y en este particular momento en donde nuevas generaciones se abrazan al feminismo con fuerza, es sumamente satisfactorio. Mucho más al saber que Alejandro Maci, uno de los discípulos de María Luisa Bemberg, persiste en la necesidad de agradecerle a su mentora sin tener que caer en el bronce o en lugares comunes.
María Luisa Bemberg: El eco de mi voz (2021) tiene el hallazgo de contar con la voz de la directora, que en 12 años realizó seis películas que hasta la fecha resisten el paso del tiempo, que guía la narración.
Transitando los primeros pasos de la directora como mujer y “esposa”, como madre y miembro de una de las familias más acomodadas del país, María Luisa Bemberg: El eco de mi voz detalla el paso que hizo sin titubeos hacia convertirse en una de las realizadoras más importantes de la historia del cine mundial. “Un día fui a ver una película de Agnes Vardá y ahí cambió todo”, cuenta en un momento de la película y avanza a paso firme para desarrollar cómo logró, gracias a su pasión y perseverancia, introducirse en un universo masculino.
Impulsada por Juan Carlos Desanzo, quien ante las continuas quejas sobre cómo estaban “destrozando” los guiones que había escrito le dijo “para que eso no pase empezá a dirigir vos tus propias historias”. Y vaya si lo hizo. Del salto completamente al vacío para ponerse tras las cámaras, a la militancia continua sobre aspectos negados a la mujer, la creación de UFA (Unión Feminista Argentina), su persistencia en la idea de realizar películas protagonizadas por personajes femeninos y sus constantes relaciones con otras mujeres que posibilitaron su desarrollo cinematográfico y excelsa mirada.
Por ahí Lita Stantic, cómplice, amiga y socia en GEA, cuenta a cámara que María Luisa Bemberg siempre tenía premura por haber empezado tarde en el cine, y ese ritmo, auto impuesto, fue el que disparó una carrera que generó un corpus importante para los pocos años en los que estuvo activa en el rubro.
Entrevistas televisivas reutilizadas como disparadores temáticos, la voz de Bemberg hilvanando ideas sobre viejos proyectos y nuevos, el recorrido cronológico de su obra, intercalando con imágenes inéditas de rodajes, making off y mucho más. Si bien María Luisa Bemberg: El eco de mi voz no es el mejor homenaje, al menos su recuerdo y permanencia de ideas, su enfrentamiento con conductores misóginos que por entonces no entendían la diferencia entre feminismo y machismo, permiten pintar de cuerpo y alma a una mujer que supo hacer de la militancia política de género, un espacio para desarrollar un arte con un preciosismo e ideología como nunca antes se vio.
Correcta en lo formal, clásica en su estructura, el documental recupera a la directora y no a su obra, a la activista y no a la mujer sumisa, para determinar la inevitable necesidad de escuchar una y mil veces los ecos de una voz que hoy, más que nunca, en tiempos en donde el avance de la derecha comienza a cercenar libertades, multiplica ideales que deben defenderse y sostenerse en el tiempo.