Aunque desde 1969 la Iglesia Católica, por obra del papa Pablo VI, dejó de considerar a María Magdalena como una prostituta arrepentida, en la cultura general esa fue la imagen con la quedó asociada este personaje bíblico.
No bastó con el hecho que Juan Pablo II luego la revindicara como “la apóstol de los apóstoles, dentro del arte durante mucho tiempo se la retrató como una mujer penitente y poseída por demonios, quien era rescatada por Jesús de una lapidación.
El cine tampoco fue muy amable con ella, ya que a menudo se la presentó como la amante clandestina de Jesús (La última tentación de Cristo, El código DaVinci) o en el peor de los casos como la prostituta enamorada del Mesías (Jesus Christ Super Star).
Dentro de este contexto la película del director Garth Davis (Un camino a casa) presenta un enfoque revisionista de esta historia que redime la imagen de María Magdalena.
Con una marcada impronta feminista, el relato de Davis retrata a la protagonista como una mujer comprometida con una búsqueda espiritual interna más que con los roles femeninos que demandaba la sociedad de su tiempo.
Rooney Mara, quien sobresale con un gran trabajo en este papel, encarna a una joven que se niega a casarse y tener hijos, algo que despierta el repudio de su familia.
A partir del encuentro con Jesús vemos como se despierta su vocación de servicio y el rol prominente que eventualmente adquiere entre los apóstoles.
La película tiene un comienzo muy sólido con el origen de María Magdalena que sobresale como una mujer fuerte e independiente que se anima a desafiar las imposiciones de una sociedad machista.
Un detalle interesante para destacar de este film es que las guionistas Helen Edmundson y Philippa Godslett evitaron retratar la relación de la protagonista con Jesús como un vínculo romántico, para concentrarse más en la dinámica del maestro y la discípula.
A lo largo de la trama la única integrante de los apóstoles que parece entender por donde pasa la esencia del mensaje del Mesías es Magdalena mientras al resto se los ve e más dispersos con las tensiones políticas de Jerusalén.
Esto eventualmente genera un fuerte conflicto ideológico entra ella y Pedro (Buen trabajo de Chiwetel Eljiofor), quien está convencido que él es el único que puede fundar la iglesia de Cristo.
El director Davis desarrolla este relato a través de un puesta en escena muy bella donde sobresalen especialmente la fotografía de Greig Fraser (ganador del Oscar por Un camino a casa) y la excelente banda sonora de Jóhann Jóhannsson (Arrival), quien falleció el mes pasado a los 48 años.
La solemnidad que predomina en la narración del director por momentos genera que la película se vuelva algo densa, pero después vuelve a recuperar su atractivo en el tercer acto cuando se concentra en los hechos de La Pasión.
María Magdalena tuvo la ventaja de contar con un gran reparto donde sobresale también Tahan Rahim en una encarnación diferente de Judas que no se había trabajado en el cine.
¿Y Joaquin Phoenix como Jesús?
Ese es un tema que va tener una recepción diferente en cada espectador.
Al margen que siempre me costó comprar al Jesús blanco de ojos celestes, en este caso puntual la versión de Phoenix no me terminó de cerrar demasiado.
El actor abordó el personaje como un hippy californiano de los años ´60 y aunque está muy correcto en los momentos emotivos no termina de convencer en el rol.
Creo que dentro de las últimas representaciones más humanistas que surgieron sobre Jesús, Rodrigo Santoro hizo un trabajo superior en la remake de Ben-Hur.
Para resumir, dentro de las recientes propuestas del cine bíblico esta película se destaca entre las más interesantes y consigue rescatar la figura de María Magdalena de los retratos misóginos que tuvo en el pasado