El canto paternal.
Las relaciones de padre e hijo se encuentran entre los tópicos más visitados del cine; más si se trata de padres largamente ausentes. En Argentina, alcanza con mirar buena parte de la obra de Daniel Burman, como El Abrazo Partido y Derecho de Familia, para ver que tampoco le hemos sido ajenos.
Pablo Stigliani había debutado en la silla de director hace cuatro años (aunque finalmente se estrenó hace dos) con Bolishopping, película que, si bien no tiene demasiada relación con Mario On Tour, sí comparten la estructura de un film independiente, chico, con una historia sencilla enriquecida por sus personajes. Además, de alguna manera, en aquel film había alguna relación cercana a lo paternal.
Acá el protagonista es Mario (Mike Amigorena), un hombre que intenta subsistir con trabajos esporádicos (como la degustación de alimentos) y sueña con alguna vez poder ser un ídolo de la música. Mientras tanto, acompañado de su manager y amigo Damían “El Oso” (Iair Said), realiza shows tributos a Sandro. No imitándolo, sino en plan covers algo remozados.
Mario tiene un hijo, Lucas (Román Almaraz), con el que por esas cosas de la vida hace rato no tiene conexión; pero una pérdida repentina hará un click en él. La madre de Lucas (Leonora Balcarce) no está muy convencida ni menos feliz de ese reencuentro con el chico, y teme que Mario vuelva a desilusionarlo. No obstante, no puede negarse a que pase un fin de semana con él.
Querrán las vueltas del guion, que justo el fin de semana que Mario pensaba pasar tranquilo en su casa conectando con su hijo, surja una gira por el interior de Buenos Aires con destino final en Santa Teresita. Sin avisarle a la madre, los tres (Lucas, El Oso y Mario) emprenden camino.
Mario On Tour es una road movie de esas muy simpáticas. Por momentos puede hacernos recordar a otra joyita de nuestro cine independiente que quizás pasó algo desapercibida: Road July. Como dice la regla de estas películas, Lucas al principio estará irascible, no querrá saber nada con Mario, con su gira como cantante, y tendrá una relación de lo más tirante con El Oso. Permanentemente les refregará que su padrastro Rodi (Rafael Spregelbud) es para él algo así como el padre que todo niño quisiera tener. Sí, Lucas pasa por esa etapa de puro conflicto llamada adolescencia. Pero poco a poco, aflojará.
Stigliani creó una película con una historia muy sencilla y que más de una vez pasa por excusa para poner a sus personajes en escena; y es que en verdad eso es lo que le interesa: hablar de las personas y sus lazos. Mario, Lucas y El Oso son personajes queribles (bueno, Lucas al principio despierta algo de rabia), con personalidad y muchísima química entre ellos y con la propuesta. Para esto no solo cuenta que sean bien delineados, hay un elenco que les brinda el alma.
Mike Amigorena se aparta bastante de los roles que le vemos hacer comúnmente. No parece ese hombre de pañuelo al cuello, actitud de clase media acomodada y mirada por encima del hombro; logra imprimirle a Mario mucha ternura y humanidad. Uno le cree que realmente quiere relacionarse con su hijo, que no tiene demasiados recursos para hacerlo, pero está dispuesto a darlo todo. A ello hay que sumarle dotes vocales cumplidoras. Iair Said tiene un decir particular, que acá le sirve muchísimo para componer a “El Oso”. A su talento natural para la comedia, le suma características de hermandad con Mario y un duelo muy particular con Lucas. Como si Mario fuese el padre permisivo, y él quien pone las reglas. Román Almaraz es una joven promesa que logra conectarse perfectamente con sus dos contrapartes y expresa con naturalidad los sentimientos de este chico conflictuado.
Mario On Tour no necesita de estridencias. El tono medio y calmo que maneja es exacto, y -si bien no es permanente la carcajada- habrá momentos de mucha gracia.
Conclusión:
Mario On Tour no necesita ser un film demasiado original para cumplir con todo lo que promete y entregarnos una propuesta muy amable, bien realizada y con su punto fuerte en las actuaciones. Sencilla y enternecedora.