LAS VIDAS POSIBLES
El simple batir de alas de una pequeña mariposa puede alterar nuestro mundo de maneras sorprendentes, generando una cadena de eventos que todo lo transforma. En la secuencia inicial, somos testigos de las alteraciones en la vida de una recién nacida Romina (mas tarde interpretada por Ailin Salas), en uno de los universos ella es abandonada por su madre al costado de una ruta, mientras que en el otro, su progenitora decide quedarse con la beba y criarla. Partiendo de esa premisa la película retrata estas dos vidas posibles, estas dos realidades paralelas, donde los protagonistas son los mismos pero todas las relaciones y circunstancias son distintas. Pero hay algo no tangible, algo inalterable, una esencia que trasciende cualquier tiempo y espacio: el deseo, ese leit motiv de toda la filmografía de Marco Berger.
En su cuarto largometraje, el director de Plan B, Ausente y Hawaii, continua fiel a su estilo, pero aquí, redobla (literalmente) la apuesta, las relaciones de los cuatro personajes principales, que se convierten en ocho, dan lugar a diversos cruces entre ellos, con el deseo y la tensión sexual siempre como denominador común. De esa forma somos testigos de los encuentros y desencuentros románticos entre un chico y una chica, entre dos chicos del mismo sexo y hasta entre dos hermanos según la realidad que estemos viendo.
Mariposa cuenta con una estructura narrativa original con un montaje que conecta las dos realidades y da continuidad a las acciones, logrando así un fascinante juego visual para el espectador que será sorprendido pasando de un mundo a otro dentro de una misma escena. Todo un desafío técnico logrado a la perfección que confirma la maestría de su realizador.
Dentro de este sutil mecanismo donde se confunden y entrecruzan realidades, los giros en cada historia tienen distintos tonos, en uno prima la comedia y en el otro la tragedia y es por eso que es esencial el trabajo de todos los actores. Javier Di Pietro y Ailin Salas interpretan sus roles de manera magistral, el primero es quien mejor conoce el método Berger y se mueve en la pantalla con seguridad, conoce los silencios y las miradas necesarias para trasmitir todos sus sentimientos sin exteriorizar, mientras que Ailin hace tiempo se ha convertido en una actriz que uno desea ver todo lo que haga, siempre perfecta y precisa, con una presencia que ilumina y eleva todo plano en el que aparezca. Malena Villa también encuentra momentos para lucirse, el guion y los dos personajes que le tocan a cada uno, siempre es generoso en situaciones para explotar, pero es Julian Infantino el que saca más provecho a su personaje, sus diálogos, confusiones y picardías son las que generan los momentos más divertidos de la película.
Mariposa es compleja, ambiciosa y lúdica. Una experiencia única que mezcla elementos de cine fantástico, con una historia romántica que tiene distintas lecturas. Con sus habituales juegos de seducción y deseos desencontrados y sumando un guion arriesgado y original, Berger (que aquí también brilla como ¡montajista!) nos entrega su mejor película hasta la fecha manteniendo el alto nivel al que nos tiene acostumbrados.