Un mito nacido en Jamaica
“La gente amaba su música por las historias que contaba. Y esas historias tenían tristeza”. Esa es la llave de la devoción que despierta Robert Nesta Marley, ese ídolo cobrizo que en tres letras resume la leyenda: Bob.
Hijo de padre inglés y madre afrojamaiquina, Marley refleja la retraída personalidad del astro quien carga desde pequeño con el estigma del mestizaje del cual se libera al abrazar la cultura rastafari. Más que una exhaustiva biografía, el documentalista Kevin Macdonald brinda una profunda lección histórica del desarrollo del reggae. El filme cuenta con entrevistados de lujo como Bunny Wailer, único sobreviviente del núcleo fundador de The Wailers, el mítico grupo que catapulta la carrera de Marley junto al multiinstrumentista Peter Tosh.
Las imágenes de archivo laten actuales (observen la nitidez de la visita del emperador de Etiopía a Jamaica), como si el tiempo no pasara, una metáfora de la atemporalidad del legado Marley que se plasma con fragmentos de sus himnos reggae por distintos pedazos del globo: Estados Unidos, Japón, Zimbabwe, Bahamas, Brasil, Inglaterra y, obviamente, Jamaica. Las tomas aéreas de la naturaleza selvática jamaiquina, sus primeros pasos musicales en Trenchtown, su intensa vida en Hope Road -una alta zona residencial de Kingston donde sufre un atentado del que resulta herido- y su fanatismo por el fútbol muestran la versatilidad de temas y recursos con la que el director cuenta para ensamblar un jugoso documental repleto de fotos familiares, audios y videos inéditos. Un dato no menor: uno de los productores ejecutivos es Ziggy Marley, uno de los hijos de Bob.
La película es narrada por el entorno de la estrella reggae con algunas placas sobreimpresas con frases célebres y datos de su prolífica carrera que fusionó jazz, rithm & blues y funk en forma única, gestando un género. Eso sí, no abundan las entrevistas audiovisuales de Marley frente a cámara, excepto en una bien informal en la que no se consigna fecha y lugar. El demo No Woman no Cry en clave gospel o la imagen de su mujer Rita que llora mientras mira por la ventana del bus de gira, al tiempo que a Bob se lo nota ausente, refleja la otra cara de la vida de Marley: una cosecha de decenas de amantes y 11 hijos.
El extenso, aunque no aburrido, documental maneja muy bien los silencios ante declaraciones de fuerte tenor y jamás cae en el golpe bajo, aun ante las desgracias de salud como la que Bob tuvo que enfrentar luego que una metástasis de un melanoma mal tratado (un voraz cáncer cutáneo) que lo arrinconó desde mediados de 1980 hasta su muerte en Miami el 11 de mayo de 1981. El fallido tratamiento holístico en Alemania, el regreso a América y las imágenes del funeral de Estado bajo elementos de la tradición rastafari, son de una crudeza a la altura de esta leyenda musical de 36 años. Un merecido y respetuoso homenaje fílmico.