Se parece a una linyera, pero no lo es. O a una loca, pero no lo está. O son ambas cosas, pero lo disimula muy bien, para convertirse en un personaje pintoresco que habita en la ciudad de Buenos Aires. Eso y mucho más es Marta Buneta, una mujer septuagenaria que vive en la calle. Hace una suerte de espectáculos musicales, con danza, interpretaciones y canciones cantadas con playback, junto a dos chicas más jóvenes, Malena Moffatt y Carolina Gordon, en la vereda de una plaza, desde hace mucho tiempo.
Ella no siempre fue así. En su juventud resultó ser una innovadora dentro del teatro de variedades al hacer un show de striptease, que incluía un desnudo total. También estuvo casada, tuvo una casa, viajó a otros países, hasta que un día un desbalanceo psicológico provocó un alejamiento de todos, y de todo, para transformarse en una marginal social.
El documental codirigido por Malena Moffatt y Bruno López nos muestra las actividades diarias de las tres mujeres al aire libre, también la cámara las sigue hacia otros lugares, de vez en cuando le hacen una entrevista y, desde sus expresiones, nos podemos dar cuenta de que todas las ideas que tiene Marta en su cabeza no están muy bien ordenadas. Tiene divagues o reflexiones místicas que las dice seriamente, para convencer a su interlocutora.
Los días pasan, pero la historia se repite. Frente a cámara la protagonista no explica por qué llegó a esa situación, ni tampoco se la preguntan. O, tal vez, Marta no quiere hacerla pública. Entonces, así planteado el film, sin una jugosa historia para contar se hace muy difícil de comprender cuál fue la necesidad de realizarlo. Porque de esta manera el relato no avanza, podrían perdurar las distintas imágenes que se van sucediendo, hasta el infinito.
No es una indigente. Gracias a la recaudación a la gorra que hace todos los sábados, puede comprar lo que necesite. También sabe cuáles son sus derechos y figura en el padrón electoral. Ella se automarginó del sistema, no la apartó el Estado de su órbita.
Se podría inferir que goza de una libertad absoluta, no le rinde cuentas a nadie, pero debe lidiar contra un ladronzuelo que le roba cuando está distraía haciendo su show.
Amigo lector, si a usted le interesa observar estos personajes urbanos, donde la sociedad no le da su lugar, pero tampoco pasan desapercibidos por el ciudadano común, vaya al cine, pero si no es así, ni lo intente, porque se va a aburrir mucho.