Milo es un chico desobediente que ignora los cuidados de su madre hasta que una noche esta es secuestrada por extraterrestres que la llevan a Marte. El niño tendrá que embarcarse entonces en una aventura por el planeta rojo y atravesar grandes peligros para rescatarla.
Es difícil no comenzar una reseña acerca de Mars needs moms sin hacer una obligada referencia a su escasa recaudación en la taquilla. Con un presupuesto estimado en 150 millones de dólares en su semana de apertura arañó los 7 millones y ahora, a 12 días de su estreno en Estados Unidos, apenas supera los 15. Esto no sólo la convierte casi oficialmente en el peor fracaso de Disney sino que además le permite formar parte de la exclusiva lista de las peores catástrofes de la historia del cine. Las especulaciones en torno a las causas de esto son muchas y acerca de diversos aspectos. Se culpa al productor Robert Zemeckis y su obsesión por la animación en motion capture la cual ha demostrado no ser efectiva a la hora de contar billetes como lo prueban sus producciones previas Polar Express, Beowulf o A Christmas Carol. Se sostiene además que el planteo no es bueno, también que no es atractiva porque los niños no quieren ver cómo secuestran a sus madres o incluso que hay un mercado, el animado, que se encuentra saturado, afirmación de la que Rango puede reírse en la cara. Puede ser una o la otra o incluso todas juntas, por tratarse de una crítica mi enfoque será en los aspectos propios de la historia, por lo que de develar el misterio se encargarán los ejecutivos que acusaron el golpe.
Una madre dedicada intenta impartir disciplina a su hijo desobediente y contestatario que hace lo imposible para no cumplir con sus mandados. Recurriendo a una idea ya gastada, el chico terminará una discusión deseando no tener mamá para, acto seguido, encontrarse que ella está siendo abducida por los marcianos, iniciando así una aventura infantil que mantiene su cuota de previsibilidad hasta el final. Si bien idealmente es para chicos, el cine animado en los últimos años ha probado ser también para adultos, algo que no se puede afirmar de una película que no logra acertar el ritmo con un guión cargado de intenciones moralizantes y sobre todo demasiadas obviedades en el desarrollo. Habrá así mucho diálogo meloso con la pretensión de tocar las cuerdas sensibles, quedándose a medio camino porque si hay algo que el film no tiene es emoción. Sean muñecos, monstruos, peces o robots, los personajes de estas películas que tienen a Pixar a la cabeza, transmiten emociones, hacen reír, llorar e incluso reflexionar, en cambio los de Mars needs moms no, porque carecen de expresividad.
En definitiva si hay algo que esta realización de Simon Wells prueba es que el cine de animación no es una garantía absoluta de éxito. El primer gran fracaso que hace uso de esta técnica es una advertencia, no sólo no hay que perder de vista la calidad y la originalidad, sino que también fundamentalmente hay que prestar atención a los guiones, que porque estén orientados a menores no significa que se deba tratar a todos los espectadores como si tuvieran cinco años, explicándo por ejemplo que el amor de una madre es llevar al hijo a Disney World. Por supuesto este tropezón irá acompañado de muchas caídas, no de otras películas sino más bien de realizadores, sería inocente pensar que los productores aceptarán un fracaso de tal magnitud sin hacer que muchas cabezas rueden. Es que después de todo, Marte necesita mamás, pero Disney necesita que le devuelvan los 150 millones.