Operación rescate
Filme de Disney con la técnica de captura de movimiento.
Robert Zemeckis tiene, parece, una obsesión. Aunque los detractores de la captura de movimiento no dejan de dispararle una y otra vez desde que dirigió El Expreso polar e insistió con el formato en Monster House , como productor, y en la dirección en Beowulf y Los fantasmas de Scrooge , con Marte necesita mamás las críticas le arreciaron en los Estados Unidos.
Hay algo que es cierto: la mirada de los personajes animados, más que los movimientos corporales, los asemejan más a zombies que a seres humanos (por eso en Avatar no molestaba ver actuar a los alienígenas Na’vi). Igual, aquí hay tres o a lo sumo cuatro humanos, y el resto del elenco son todos marcianos.
Milo es un niño que, una noche, cansado de que su mamá lo regañe, le dice lo que todo chico alguna vez le dijo, con más o menos respeto, a su mamá: aquello de que qué mejor estaría sin ella.
Bueno, sus palabras se convierten en realidad, porque una misión extraterrestre secuestra a la madre –mal que le pese a Milo, ella es tan ordenada y consigue que su hijo cumpla con todo lo que le pide, que los marcianos la detectan y quieren que sea ejemplo para las madres en el planeta rojo- y él, desesperado porque no tendría quién le ordene que limpie su cuarto ni saque la basura, se cuelga de la nave espacial y también llega a Marte.
Allí conocerá a un único humano, Gribble, un gordinflón que hace muchos años también perdió a su mamá, y que junto a una marciana rebelde ayudarán a Milo, de sólo 9 años, a buscar a la que hay una sola. El hecho de que a Milo lo “interprete” Seth Green, de 36 años, no varía en nada en las pantallas argentinas, porque no escuchamos su voz, ya que las copias están dobladas al castellano.
Hay, de fondo, todo un tema con los hombres marcianos, recluidos en el fondo de la Tierra (deberíamos decir el fondo de Marte). Allí los confinó la Supervisora, la malvada de turno, que dice que se cansó de que no hicieran nada ni ayudaran en la casa y, peludos como son, desde bebés los separan de las bebas y de sus madres. De Bambi y Dumbo a esta parte, Disney ha sabido cómo lidiar con la separación (y/o muerte) de una madre con su hijo.
Marte necesita mamás es un filme animado de aventuras, con toques de humor, persecuciones, peleas y todo lo que una película animada del siglo XXI suele ofrecer. Es, igualmente, escurridiza como el polvo marciano y algo pegajosa como el pochoclo dulce que los más chicos devorarán mientas la vean. Porque está destinada a ellos, no a grandulones como los padres, que probablemente se queden pensando en cómo continúa la salida con los chicos una vez que termina la proyección.