Los verdaderos mártires
Llega a las salas Martirio satánico (Martyrs, 2015), remake estadounidense de aquel film de terror francés que tanto nos hizo asustar, y permite reabrir el debate sobre la escasez de ideas en la industria cinematográfica. ¿Estará a la altura de la obra original?
En los últimos tiempos cada vez son más los productos reversionados de films originales, denominados remakes, dando lugar a que nos permitamos formular dos hipótesis sobre la moda actual del cine de Hollywood. En primer lugar, la necesidad de apostar por algo que los productores creen que es seguro, con la taquilla entre ceja y ceja como único objetivo. Cómo segunda conjetura, y no por ello de menor importancia, la escasez de ideas originales. Este hecho es aún más común en un género tan bastardeado como el terror, donde toda clase de películas con una premisa innovadora es agua en el desierto o, mejor dicho, miedo en las butacas. Ahora bien, ¿Qué sucede cuando de una película que logró impactar a crítica y público hace unos años, se realiza una nueva versión? Al tener la vara tan alta, ¿Es necesario exponerse ante tal desafío? Martirio satánico se enfrenta ante ese reto de ser basada en Mártires (Martyrs, 2008), aquel film francés de culto, proyectado en el Festival de Cannes, escrito y dirigido por Pascal Laugier, y desde acá tratamos de analizar y responder estas inquietudes.
Cabe destacar que en los últimos años se han destacados varias remakes de films clásicos del cine de terror. Desde David Cronenberg con La Mosca (The Fly, 1985) pasando por, más acá en el tiempo, las fructíferas versiones de Carrie (2013) y Posesión Infernal (Evil Dead, 2013), se intenta dar lugar a que nuevas generaciones se acerquen a historias que forman parte de nuestro glosario cinéfilo. Dicho esto, ¿Qué sucedería si el film que quisieran reversionar fuese de hace apenas ocho años atrás y esté tan fresco en la consciencia de los amantes del cine de terror? Los hermanos Kevin y Michael Goetz se encargaron de arriesgarse y junto a las empresas productoras Blumhouse Tilt, The Safran Company y Wild Bunch, llevaron a cabo esta versión norteamericana de uno de los de los largometrajes más violentos, sangrientos e inteligentes del terror francés de la última década. ¿El resultado? Vamos a adentrarnos en el film para ver si cumplieron o no con semejante desafío.
Los hermanos Goetz presentan un antecedente inmediato de que pueden llegar a ser buenos en lo que hacen. Su opera prima, Scenic Route (2013), logró posicionarse de gran forma en el Festival South By Southest y, para su nuevo film, optaron por repetir su equipo de trabajo. Estos jóvenes directores, fanáticos de la obra francesa que le da origen a su segunda película, eligieron a Troian Bellisario y a Bailey Noble como la pareja protagónica. Es inevitable el hecho de comparar con la excelente labor del film del 2008. En éste, tanto Morjana Alaoui como Mylene Jampanoi, se ponen la violencia, sangre y dolor en sus hombros. Sus caras, sus expresiones y sus cuerpos son las víctimas de tan drástica historia en dónde una joven sorprende a una familia en busca de venganza de los que la torturaron durante su infancia.
En la remake, Bellisario y Noble no están a la altura del dúo francés pero hacen lo que pueden con el pobre guion de Mark Smith. Es llamativo lo de él. El año pasado también fue parte del equipo de guionistas de Revenant: El renacido (The Revenant, 2015). Sin dudas, una de cal y una de arena para el escritor de Hotel sin salida (Vacancy, 2007), aquel acertado film de terror psicológico protagonizado por Luke Wilson y Kate Beckinsale. Sin un buen guión cualquier film falla. Y si a esto le sumamos la combinación de un pésimo maquillaje, una desacertada banda de sonido y un mal uso de los pocos efectos especiales que posee, nos encontramos en un pozo profundo donde es difícil escapar. Lo positivo del film es la escasa duración de apenas 83 minutos, que hacen que el mismo sea llevadero y permiten una leve ilusión de que estás frente a algo entretenido.
Hubiese sido haber visto esta versión norteamericana, donde no hay violencia explícita ni escenas de terror de esas que hacen que saltes de la butaca, antes que la dirigida por Pascal Laugier, que da cátedra de escenas viscerales no aptas para impresionables. Sería otra la sensación, sin dudas. Los directores Goetz y el guionista Mark Smith subestiman al espectador y se encargan de dar explicaciones escena tras escena, sin permitir que sea un interrogante lo planteado, exponiendo tanto lo blanco como lo negro.
“Los mártires sobreviven al dolor y la tortura y se niegan a morir”, expresa Kate Burton en la piel de Eleanor, la culpable de todas las torturas que sufren las protagonistas en la cinta. Un mártir, tal como dice el diccionario en una de sus definiciones, es una persona que padece sufrimientos, injusticias o privaciones por alguien o por algo, especialmente si los padece con resignación. Resignarse es aceptar una situación molesta. Las protagonistas del film original tienen a la palabra resignación como un desencadenante al desenlace de los hechos que transcurren. En cuanto a la remake, sería afortunado que los hermanos Goetz no se resignen con su carrera y vuelvan a apostar por ideas originales, tal como lo fue su primer largometraje.
En cuanto a nosotros, el público, estamos en una disyuntiva acerca de resignarnos o no sobre las remakes de películas tan emblemáticas del terror. No queda otra que aguantar este vendaval de obras reversionadas, esperando que sea sólo una moda pasajera, para volver a aquellas ideas que se pensaron hace un tiempo y hoy en día son clásicos del horror. Debemos ser verdaderos mártires y seguir firms como espectadores sin resignarnos ya que, uno de estos días, algún genio frotará la lámpara y creará nuevas historias que luego de un tiempo las adoptaremos como clásicos. Uno nunca sabe, quizás nos encontremos con la nueva Pesadilla en la Calle Elm (A nightmare on Elm Street, 1984), El enigma de otro mundo (The Thing, 1982) o El exorcista (The exorcist, 1973) y ahí seremos los primeros en inflar el pecho tras tanto padecimiento.