Esta remake del filme franco-candiense dirigido por Pascal Laugier, en 2008, toma el texto original y los transforma en otra realidad.
Los hermanos Kevin Goetz, Michael Goetz, en su segundo largometraje, contaron en su equipo con el guionista Mark L. Smith, entre los tres hacen parecer a las dificultades de producción, en tanto presupuesto, su mejor aliado, desarrollando lo importante en el “cómo y qué” contar apoyándose en los efectos especiales, maquillaje, escenografía, que puedan tener o no a su alcance.
Una niña llamada Lucie (Ever Prishkulnik) escapa de un viejo y desolado edificio utilizado para torturar sujetos de prueba, donde había sido encarcelada y maltratada físicamente por un indeterminado período de tiempo.
No hay signos de abuso sexual, los autores han desaparecido y sus motivaciones a partir del hermetismo de la niña, un misterio.
Sin saber nada de ella, es internada en un orfanato, donde entabla amistad con otra niña llamada Anna (Elyse Cole, quien termina por ser el único contacto con humanos por parte de Lucie, y es la única que le cree cuando cuenta de ser perseguida por seres monstruosos. En este punto la realización se establece más del lado de la locura que del género del terror.
La narración produce una elipsis temporal de diez años. Estamos en medio de una zona rural, nos presentan a una familia tipo, matrimonio, dos hijos, “american way of life” a pleno. Suena el timbre, el padre abre la puerta y se desata la matanza. Una joven, luego sabremos que es Lucie adulta (Troian Bellisario), muñida de una escopeta asesina a toda la familia, acto seguido llama a su querida amiga Anna (Bailey Noble) para decirle que ha encontrado a quienes la tuvieron secuestrada hace años.
Ana llega y se muestra entre perpleja y horrorizada por lo que produjo su amiga, quien le pide la ayude a enterrar los cadáveres. Es aquí donde el filme se quiebra en su devenir, la disyuntiva de una joven que no sabe si hacer lo correcto es ayudar a su amiga o llamar a la policía traicionándola.
Pero para Lucie los fantasmas no han desaparecido, la tortura continua, es casi lo que presenta en su titulo vernáculo, un martirio, aunque todavía no es satánico.
Ana descubre que lo que tanto temía su amiga y describía como una tortura continua puede ser cierto, y no sólo una creación de una mente enferma.
El filme se perfila en tratar de describirse algo así como la disección de las consecuencias de las torturas a las que pueden ser sometidas las criaturas en la primera infancia, en etapa de crecimiento.
Esto es lo más interesante del texto, luego deriva en otra cosa, pero nunca vincula directamente al género de terror por completo, y esto es lo que produce el mantenimiento del interés.
El nombre original es “Martyrs”, cuya traducción sería “Mártires”, personas que sufren torturas y dolor hasta su muerte en defensa de una idea, puede ser del orden de lo religioso o de cualquier orden, por lo que lo de “Martirio Satánico” está sólo puesto para que sea reconocida por los seguidores de las producciones de terror
De estructura narrativa clásica, sin demasiadas pretensiones, contando con buenas actuaciones por el dúo protagonista, buena construcción de personajes secundarios, no hay nada grandilocuente, ni escenas gore, (se agradece), ni búsquedas estéticas de naturaleza alguna, con un buen diseño sonoro, que no recurre al exabrupto para asustar, en realidad el filme nunca asusta, plantea la idea de los fanatismos, es por eso que se para por encima de la media actual.