El director palestino de El paraíso ahora, Omar y El ídolo debutó en Hollywood con esta película de supervivencia y romance basada en el best sellar de Charles Martin. El resultado es una narración prolija y atrapante al servicio de dos estrellas como Elba y Winslet, pero que extraña la audacia y la provocación de sus trabajos previos.
¿Qué pasaría si tomáramos la anécdota de ¡Viven! (Alive, 1993) y, en lugar de en clave de aventura de supervivencia, la contáramos abrazando todos y cada uno de los lugares comunes de esos dramones sobre romances intensos y absolutos imposibilitados por su contexto? Posiblemente obtendríamos algo muy parecido a Más allá de la montaña.
Quienes se acerquen a las salas esperando encontrar alguna huella del cine del palestino Hany Abu-Assad (Paradise Now, Omar) se llevarán una decepción. Más allá de la montaña es un producto impersonal, hecho en modo automático y sin riesgo, pero que sabe muy bien qué quiere contar y cuál es la mejor forma de hacerlo.
Todo empieza con un encuentro en el aeropuerto entre el neurocirujano Ben Bass (Idris Elba) y la fotógrafa Alex Martin (Kate Winslet) después de un vuelo cancelado por mal clima. Ambos necesitan llegar a destino cuanto antes (él tiene que operar; ella ni más ni menos que casarse) y deciden alquilar una avioneta que, claro, se cae en medio de una zona montañosa cubierta de nieve.
El piloto muerto y Alex herida e inconsciente es el panorama que ve Ben cuando despierta, lo que lo lleva a hacerse cargo de la situación. En medio de esa vertiente de supervivencia, entre salvatajes, cuidados y charlas, Ben empieza a enamorarse perdidamente de Alex. Y ella también, más allá del casorio inminente.
La tragedia aérea será una anécdota menor cuando Más allá de la montaña devele el carácter de ejercicio romántico sencillo y demodé que anida en su núcleo. La lucha contra viento y marea (o nieve) de la parejita enamorada en medio de un contexto adverso es una fórmula tan vieja como el cine mismo que, sin embargo, Abu-Assad narra con la convicción de quien parece haberla descubierto mientras la recorría.
Entre excesos, diálogos grandilocuentes, innumerables tomas panorámicas aéreas y un sentido de la metáfora cuanto menos evidente (ver el uso del fuego), Más allá de la montaña es la crónica de una lucha contra el destino. Lucha que ya hemos visto y sabemos cómo va a terminar, pero que siempre puede volver a verse.