Bellas forever.
El regreso de las chicas y el debut de Elizabeth Banks como directora. Puro optimismo en la previa teniendo en cuenta el antecedente de Ritmo Perfecto, esa pequeña gran película, de corte clásico, que pasó desapercibida y fue totalmente subvalorada por aquí. Banks arranca fuerte y pone a Fat Amy (la estridente y genial Rebel Wilson) a cantar una canción de Miley Cyrus, colgada de unas telas en un teatro, junto a las otras Bellas, en una presentación ante el presidente Obama. A Fat Amy se le rompe el pantalón y les muestra sus partes al presidente y a la primera dama. Las Bellas son desacreditadas porque “Fat Amy le mostró la vagina a Obama”. La directora, en su ópera prima, nos marca la cancha y nos indica que no es partidaria de un cine medicado y adocenado.
Sin embargo, las distancias entre Más Notas Perfectas y su predecesora son importantes. En la película inicial de la saga la narrativa era clásica: una estudiante nueva (Anna Kendrick) aparecía para modificar las estructuras de un grupo musical a capela de la Universidad de Bardem. En la película los personajes se transformaban, crecían, como en El Club de los Cinco (cita pilar del film); era un coming of age, una película de cambio, de construcción de un nuevo sonido para el grupo, y de representación clásica donde todo se ejecutaba con mucha pericia cinematográfica y conocimiento de los procedimientos del clasicismo. En Más Notas Perfectas, los personajes ya están aplomados, el grupo recorrió todo el camino universitario, siendo tres veces campeón, y el desafío es presentarse en el campeonato mundial de “a capela”, donde deben competir con el campeón de Europa, unos alemanes que ocuparon el lugar de las Bellas en las giras locales ante la exclusión que sufrieron por la Organización A Capela.
Si bien la química entre las Bellas aún está intacta, los chistes tienen gracia y Banks no tiene temor en recurrir a burlarse con one liners machistas y misóginos muy precisos, el conflicto que se presenta sobre cómo dar el paso posterior a finalizar la universidad es un poco difuso y débil, y hasta sobreexplicado. La subtrama de Kendrick y el lanzamiento de su carrera como productora es un bálsamo que usa la directora para demoler el submundo de la producción musical con un productor subnormal, casi un dibujo animado que dispara precisos momentos de comedia.
La película también juega con el legado de las Bellas, el final de una época para el grupo y el comienzo de otra. Emily es el papel que interpreta la hermosa Hailee Steinfeld, una Bella por derecho adquirido, ya que su madre lo fue y en la representación final aparecen todas juntas, cantando y bailando en el mundial. Las Bellas siguen sonando bien, siguen teniendo gracia, aún incluso cantando las canciones pop más espantosas. Banks logró que la comedia funcione y le dio un futuro a la franquicia. Que las Bellas sigan rockeando.