Una secuela desafinada y sin gracia
La historia repite situaciones del film anterior y mantiene los estereotipos de los personajes que ahora intentan ingresar en su etapa adulta, en medio de gags que no dan en el blanco.
Tres años después de Ritmo perfecto llega Más notas perfectas, la secuela del éxito juvenil que aprovecha el clima musical de productos tipo Fama y High School Musical y enhebra una tibia historia que coloca a la superación y la concreción de los sueños en primer plano. A partir de un repertorio de temas populares, covers y ritmo pop, esta continuación lleva la firma de Elizabeth Banks, quien también se reserva un papel como comentarista de la competencia internacional de canto "a capella" del que forman parte las Bellas de Barden.
Esta continuación sigue a las vocalistas que desean limpiar el buen nombre de la universidad después del papelón que podría dejarlas fuera de carrera. Beca -Anna Kendrick- consigue trabajo para convertirse en productora y también llega -prueba mediante- una nueva compañera -Hailee Steinfeld- a las Bellas de Barden. El próximo paso es un viaje para concursar en Copenague, donde enfrentarán al aplaudido grupo alemán Das Sound Machine. Y no hay mucho más que eso.
Con guión de Kay Cannon, la historia repite tips del film anterior y mantiene los estereotipos de los personajes que ahora intentan ingresar en su etapa adulta, en medio de gags que no dan en el blanco -Fat Amy, la chica entrada en kilos queda colgada de una tela en pleno escenario y termina exhibiendo sus partes íntimas al mismísimo presidente de los Estados Unidos-.
Entre un campamento con carpa compartida entre las diez integrantes, un romance impensado y un final deslucido donde ni siquiera la música levanta el nivel de la historia, se destaca Rebel Wilson como la gordita simpática e irreverente del grupo que sigue con las bromas estudiantiles y no encuentra su propio crecimiento dentro de la película. En definitiva, el inicio cantado sobre el logo de Universal es lo más rescatable del film.