Guerra de canciones
En Estados Unidos se llaman Pitch Perfect y Pitch Perfect 2, se estrenaron en septiembre de 2012 y en mayo de 2015, respectivamente, y fueron dos tremendos hits de taquilla, y ya está anunciada la tercera parte. Aquí la primera se conoció como Ritmo perfecto, se estrenó recién en junio de 2013 y no obtuvo ni la sombra del éxito estadounidense. Quizá por eso esta segunda parte no lleva el 2 en el título local, sino que se llama Más notas perfectas. Habrá que ver cómo le va a esta nueva entrega de Pitch Perfect en la Argentina, pero a diferencia del caso de éxito Minions, aquí no estamos frente a una mera explotación de una marca, sino de un reprocesamiento cabalmente popular y pop del musical, de la película de competencia y del film universitario con centro en las chicas. Esta segunda parte es aún más una película de competencia: es mundial y ya no nacional. Y es, todavía con mayor intensidad, una película protagonizada por chicas.
Las Bellas, el colectivo femenino protagonista de esta película, es un grupo universitario de a capela. Las performances a capela, para quien no haya visto esta disciplina en este nivel, quizá pueda sonar a poco. Pero no, se trata de un espectáculo de una variedad y potencia destacables, con asombrosos mashups de canciones. En esta secuela, las Bellas ya han ganado tres campeonatos nacionales universitarios seguidos, y ofrecen una performance para el cumpleaños de Barack Obama, pero algo sale mal y son degradadas. Para recuperarse deberán participar de la competencia mundial, en la que el dominio lo ostentan los temibles y perfectos alemanes Das Sound Machine.
La directora de esta segunda entrega es la actriz Elizabeth Banks -desde Wet Hot American Summer, la película de 2001, una de las comediantes fundamentales de Hollywood-, que con su ópera prima logra mantener la energía y el pulso de la primera entrega. Hablar de energía no es menor: éstas son películas vibrantes. Más notas perfectas está organizada en un primer tercio en el que predomina la comicidad vibrante, luego una segunda parte de cierta calma narrativa, con mayor desarrollo de personajes y un final apoteósico. Cuando esta combinación se da con chistes que juegan con la corrección política desde ángulos contemporáneos, con timing mayormente acertado, con cariño por los personajes, con actrices en estado de gracia (notable la incorporación de Hailee Steinfeld a un elenco extraordinario), con coreografías provenientes del mejor profesionalismo y la tradición musical de una industria que la maneja desde hace décadas, se logra un combo de especial atractivo, ritmo y emoción.