Pitch Perfect fue la respuesta milenial a ese ya clásico placer culpable que es Bring It On. Cambiando los componentes pero cuidando de cerca la fórmula, se reemplazó un grupo de porristas por uno de canto a cappella y el resto es historia. Tras tomar por sorpresa al mundo, la secuela no se hizo esperar, y acá estamos.
Pitch Perfect 2 vuelve el foco a las Bellas de Barden, tres años después de lograr lo imposible y conquistar un título tras otro. Luego de quedar en ridículo frente a toda la nación y perder el prestigio que consiguieron de la noche a la mañana, el plan para recuperar el favor del publico es simple: ganar el campeonato internacional de a cappella. Su viaje no será fácil, ya que como enemigo tienen al infalible grupo alemán Das Sound Machine, una máquina imparable como bien lo anuncia su nombre. Las apuestas suenan mucho más grandes que las de la primera parte, pero lo más sorprendente es que la secuela la juega de grandiosa, pero tiene el mismo corazón que ya había demostrado antes. Es más una continuación orgánica, una Parte Dos, que una secuela hecha y derecha.
No hace falta mucho para recapturar la atención de lo que hizo a la primera una experiencia tan emocionante y adrenalínica. Las chicas vuelven todas, con más canciones y artilugios vocales para deleite de la platea, aunque un poco cambiadas también. Hay un costado bastante humano en ellas, sobre todo en el mirar hacia el futuro y decidir que harán de sus vidas fuera de la universidad. Hay un pequeño conflicto alrededor de estas decisiones, pero poco a poco se van solucionando, a la vez que la novata Emily de Hailee Steinfeld es introducida al grupo, un poco como elemento nuevo y otro poco para pasar la antorcha a una nueva generación, ya que ni Anna Kendrick ni Britanny Snow se podrán quedar para siempre de una manera fluída desde la trama. Rebel Wilson vuelve a hacer de las suyas con su Fat Amy, la silenciosa Lilly de Hana Mae Lee vuelve con energías recargadas y mas letal que nunca con sus callados comentarios, y la dupla de enemigos de Birgitte Hjort Sørensen y Flula Borg tienen suficiente pasta para enfrentarse a nuestras tan queridas Bellas.
Elizabeth Banks debuta como directora de largometrajes y su futuro no podría ser más auspicioso, con una dirección dinámica y sin frenos, que hace que las casi dos horas de película fluyan constantemente. Junto con la guionista Kay Cannon incluso se dan el lujo de darle un codazo chiquito a una industria que se empeña en copiar sin hacer nada original, y hasta antagoniza a todo aquel que quiera hacer algo original, Dios lo prohíba. Ese comentario es un arma de doble filo, ya que estamos frente a una segunda parte que, debido a su éxito rotundo, tendrá una tercera entrega en 2017. No todo es color de rosas igualmente, ya que hay subtramas que hacen aguas -el romance de Fat Amy y Bumper no va a ningún lado interesante, los chistes recurrentes pueden volverse cansinos, etc.- pero en general el aire lúdico se mantiene a toda costa.
Con algunos altibajos pero con mucha energía, Pitch Perfect 2 es una maravillosa secuela que no decepciona, y que impone su visionado junto con la primera parte.