Dirigida por Marcos Carnevale llega al cine la historia que durante cinco temporadas fue un éxito teatral encabezado por el gran Antonio Gasalla y que nació de la mano de Hernán Casciari, ahora adapada a la pantalla grande. La acción nos sitúa en Mercedes, y cuenta la vida de la familia de Mirta Bertotti (Florencia Peña) una mujer de 50 años, menopáusica, aguerrida, siempre al frente de su hogar, que lucha por mantener a los suyos unidos. La situación económica en su casa y en el país es adversa. Hasta acá, nada nuevo. Su marido Zacarías (Guillermo Arengo) fue despedido y ahora es repartidor de pizzas de la competencia, ya que en tiempos lejanos su abuelo supo hacer la mejor pizza en el negocio familiar por generaciones. Los Bertotti tienen tres hijos, Nacho (Bruno Giganti), el mayor, con una Beca para estudiar en el extranjero que deja para ayudar a sus padres, Caio (Agustín Battioni), "el del medio", como lo llaman, torpe y celoso de Nacho, y Sofía, la menor, interpretada por Angela Torres en pleno despertar sexual. Completa el cuadro el particular "Nonno" Américo, (Diego Peretti), que no perdió su idioma, (el italiano), reniega del negocio porque su sueño era ser rockero y deja que la pizzería se derrumbe, mientras él toca la guitarra y fuma marihuana junto a sus amigos. La promesa que le hiciera a su padre, de mantener el negocio hasta el año 2000 está latente... Mirta lucha cada día con un nuevo problema, o económico, o con las amigas del barrio que pretenden humillarla o algo sucede con sus hijos, pero ahí está ella para defender con uñas y dientes a los Bertotti. Un film que a muchos les va a recordar (muy de lejos) a "Esperando la Carroza", pero que de igual forma podemos ubicar en el género grotesco en donde el elenco cumple con histrionismo cada uno de los roles. No es para todos.