Es hora de dejar descansar a esa motosierra
Treinta y nueve años han pasado desde la aparición de El loco de la motosierra (sensacionalista título local de The Texas Chainsaw Massacre), uno de los films de terror ineludibles de los años ’70. La creación de Tobe Hooper es, a esta altura, una institución de la era pre-slasher (Michael Myers estaba en pañales y los Freddies y Jasons de este mundo aún no habían afilado sus cuchillas), una de esas películas a las que habría que volver cada tanto como una suerte de baño en las fuentes originales. La historia de Leatherface y la familia más loca de Texas supo tener sus dos secuelas oficiales, y en 2003 le llegó el turno a la ligeramente interesante remake dirigida por Marcus Nispel, con la actuación de una por entonces (casi) desconocida Jessica Biel. Masacre en Texas 3D olvida por completo esa reversión y su posterior “precuela” para ofrecerse como continuación directa del film seminal, del cual pueden verse varios planos en la secuencia de títulos. Poco importa que la protagonista debiera tener entonces unos 39 años y no los 20 del personaje central interpretado por la morocha de ojos gigantes Alexandra Daddario.
Poco importa. Nada importa, en realidad. Esta algo enrevesada introducción genealógica viene a cuento: la primera entrega 3D de la franquicia probablemente marque su piso creativo histórico. Típico producto seriado, del tipo chorizo embutido con las sobras del matadero, el film de John Luessenhop parte de un guión escrito a seis manos que ubica en los tiempos de la masacre original a una beba de meses, ¿única? sobreviviente de la sangrienta familia Sawyer y heredera de una mansión con un secreto bien guardado. Por supuesto, ese misterio no es otro que el mismísimo Leatherface, oculto por una tía lejana en el sótano del lugar, dispuesto, fiel a su costumbre, a hacer cachitos de carne de los jóvenes y esbeltos cuerpos de los amigos de la heredera. Palo y a la bolsa, apenas llega la muchachada al lugar el loquito sale con su instrumento y empieza a despanzurrarlos uno por uno, con una total falta de imaginación en la puesta en escena y el uso de los efectos especiales.
Si las vueltas de tuerca de la trama apenas si merecen ese nombre, resulta particularmente risible el empeño de los realizadores por intentar algo parecido a la crítica social (corrupción policial, justicia por mano propia), creando asimismo al sheriff más ingenuo y manipulable de la historia del cine. Por cierto, no hay en Masacre en Texas 3D elementos paródicos ni espíritu camp ni nervio gore. Todo es cansino, elemental y predigerido. La carrera de Leatherface está encerrada en un callejón sin salida, pero a pesar de ello los productores ya anuncian una cuarta parte de esta nueva serie. ¿Por qué no dejan a la motosierra y a su dueño descansar en paz?