Masacre, venga y vea
Podríamos empezar destacando la obviedad de que no hacía falta otra Masacre de Texas, y menos en 3 dimensiones; pero no tiene sentido patalear por lo que no tiene remedio. En efecto, tenemos entre nosotros una nueva masacre; que para muchos podrá no tener precisamente nada de “novedosa”, pero yo creo que a pesar de sus limitaciones (las de siempre) hay algunos sutiles aportes al legado de Leatherface en esta nueva entrada.
Acá está el detalle que más importa: Masacre en Texas 3D es la primera, dentro de la fórmula conocida, en intentar desarrollar una –mínima- historia que justifique lo que se ve, y que involucre no sólo a Leatherface, los familiares de siempre y a sus víctimas (que suelen ser un grupo uniforme a reducir matemáticamente, sin la más mínima carnadura ni desarrollo). Esta vez la cosa también involucra a todo el pueblo en cuestión; lugar con un pasado lleno de secretos, personajes inciertos y elementos que van más allá del sinsentido habitual con el que, generalmente, se comenzaban a apilar cadáveres por mero placer. Aunque quizás la película no logre todo lo que se propone, al menos hay “algo” más para aportar a una causa perdida, envejecida por los años y sobre la que se creía que ya no se iba a ver nada fresco. Bueno, esta nueva Masacre texana, a su limitada manera, lo es…
Lo curioso es que esta nueva entrada en la franquicia se propone como una secuela directa del clásico de los 70s de Tobe Hooper; haciendo caso omiso de que aquella película tuvo tres secuelas que corrieron a lo largo de los 80 y 90s. Y desde luego que reniega y se desentiende de la remake de 2003 y su infame precuela de 2006 (conocida como El inicio). Dato loco si pensamos que de alguna manera lo más lógico hubiese sido hacer encajar a este nuevo episodio dentro del reboot de la última década. Pues no, Masacre en Texas 3D comienza usando como material de archivo fragmentos del final del clásico del 74, para ponernos inmediatamente a momentos del final de aquella película y continuando la historia en ese mismo amanecer en el que la única sobreviviente era levantada (salvada) en la ruta por una camioneta, dejando al querido Leatherface agitando su motosierra al aire, impotente y lleno de furia; acto seguido (y aquí es donde entra la recreación de aquellas instancias del clásico original), una horda de “rednecks” oriundos de la querida Texas se aproxima a la casa del loco de la motosierra; todos ellos dispuestos a terminar con el reinado de terror de la familia Sawyer.
En esa instancia, se hace explícito el conocimiento del pueblo sobre las prácticas macabras de la familia, y en especial sobre el albergue de Junior, ese monstruo retrasado, maníaco y asesino que descuartizaba por doquier y luego coqueteaba con máscaras confeccionadas con la piel de sus víctimas (la cara, para ser más precisos). La gente del pueblo tenía que terminar con esa familia; motivo por el cual deciden incinerar esta casa de locos, con todos sus ocupantes adentro, aniquilando sistemáticamente el mal que allí habitaba (o al menos eso creían). Pero no todo será tan fácil ni absoluto, y unas décadas después, momento en que Masacre en Texas 3D retome la acción luego de una generosa -y algo confusa- elipsis, se verán los resultados y descubrirán los sobrevivientes de aquella noche de genocidio y terror. No cuento mucho más porque les arruinaría… lo poco que haya para ver…
Por más que la película no logre guardar sus mejores cartas demasiado tiempo en el juego, la trama de despacha algunas sorpresas y afirma a esta secuela tardía de La Masacre de Texas como un intento de ir un poquito más allá…; y si bien ese “más allá” no es lo suficientemente lejos como para salvar a un producto mediocre (lo es, lamentablemente), al menos se ven buenas intenciones y cierta confianza en darle al género un crédito inusual. Después del clásico atemporal de Tobe Hooper, esta es lejos la mejor del grupo.