Leatherface volvió a la pantalla, retomando la historia original y con poco que contar.
Vamos a aclarar un punto para no chocar desde el principio: Está bien que en las películas de "un-grupo-de-adolescentes-va-a-una-casa-en-medio-de-la-nada" estos jovenes no sean exactamente luminarias de la física, la química y la literatura. Es normal que sean un grupo de cabezas de marihuana que solo piensen en acostarse con alguien, comer papas fritas, fumar y emborracharse. Nos gustaron en muchas películas, y la fórmula parece no agotarse jamás, ya que cada tanto sale alguna película de este estilo que nos roba una hora y media de nuestras vidas y nosotros no nos quejamos.
Pero los personajes de La Masacre de Texas 3D no pueden ser más imbéciles. De verdad, no pueden. Y ese es el punto más débil de la película, que la expone como un muestrario de consecuencias sucedidas a un grupo de personas que parecería habérselas buscado, y no por provocar al destino, sino sencillamente por idiotas.
Vamos desde el principio. Esta historia omite, de alguna forma, todas las secuelas que tuvo La Masacre de Texas y va directo a la original, de 1974, y hasta nos muestra algunas escenas claves de esa película. Y, en un "guiño brillante", el policía del pueblo se llama Hooper, como Tobe Hooper, el director de La Masacre... original. Allí, en un enganche con esta secuela, muestran como la policía llegó a rodear el hogar de la familia Sawyer/Carson y pidió la rendición de Jed, es decir, Leatherface. Pero a su vez un grupo de civiles también se hace presente para linchar a todos. Superados en número, la policía no puede hacer nada, y todos los Sawyer/Carson son dados por muertos, a excepción de una bebé, que es encontrada más tarde en brazos de su moribunda madre. Ella es tomada por una pareja que no podía tener hijos, y -salvo por una marca en su pecho- deciden comenzar de cero. Le dan el nombre de Heather, y comenzarán a criarla en base a mentiras sobre su identidad, para así darle una vida lo más normal posible. Pero hay algo en la familia que no funciona...
El problema es que años más tarde, una joven-adulta Heather (Alexandra Daddario) recibe una carta de su abuela, su abuela de sangre, que le hereda una mansión en Texas. Así sus padres deben contarle la verdad, aunque prefieren omitir la historia detrás. Finalmente, la chica va con tres amigos (y uno que levantaron en la ruta... porque saben que siempre hay que levantar a alguien en la ruta en una proto-road movie de terror) a su nuevo hogar. Pero el hogar venía con una sorpresa: Leatherface.
Revelar todos los huecos argumentales de la película sería tirar por la borda a la película en si, contándoles absolutamente todas las "sorpresas" (que de sorpresa no tienen nada, vamos a ser honestos) que puede llegar a tener la cinta. Pero más allá de todos sus defectos, el resultado final es una película de terror que está bien. No resiste una segunda visión, no resiste un análisis post película. Es verla y olvidarse, pero lo que se vió, dentro de todo, tiene algo de dignidad. Mínima. Pero algo al fin.