1974 fue un año importante para el género de terror, se estrenaba La Masacre de Texas, del director Tobre Hooper, y así se iniciaba una larga tradición y sub-género conocido como slasher film: un psicópata (sobrenatural o no) que con un cuchillo u otro objeto cortante mutila y mata a sus víctimas.
La película fue un éxito pero año a año siguió sumando popularidad hasta llegar a ser un símbolo de la cultura pop.
Se desprendieron secuelas, una remake y una precuela. Unas aceptables, otras malas y otras muy malas.
Esta semana llega una nueva secuela pero con la particularidad de que se ubica cronológicamente luego de la primera entrega pero ignorando las que siguieron, algo original y bien logrado en cuestión argumental. Para nada tirado de los pelos.
La Masacre de Texas 3D no innova ni sorprende pero si entretiene y seguramente los amantes de este tipo de films pasarán un buen rato porque se condensan todos los elementos clásicos sin variaciones absurdas e innecesarias.
El casi ignoto director John Luessenhop hizo un buen trabajo y contribuyó en llevar el gore al extremo (dentro de los parámetros permitidos en el cine industrial y comercial) y brindar secuencias muy bien realizadas.
Como parte de estos híper conocidos condimentos no podían faltar los adolescentes tontos y víctimas de Leatherface, sobre todo las chicas ligeras de ropa. Y aquí hay que destacar la participación de la sensual Alexandra Daddario, cuya transformación desde que se la vio en Percy Jackson (2010) es más que aplaudida por la platea masculina.
Y su papel si bien mantiene el estereotipo mencionado logra agregarle algún matiz, esto sumado a una ingeniosa vuelta de tuerca referente a su personaje hacen que su papel sea de los más disfrutable en el film junto con las cruentas escenas no aptas para impresionables.
Lo otro que tampoco se puede dejar de destacar es el 3D, ya en el título es mencionado y al respecto los productores se quedan con los pulgares arriba porque logran su cometido: “manchar” de sangre a los espectadores y que vuelen cosas fuera de la pantalla.
No es ese 3D “artístico” de James Cameron, Ang lee o Baz Luhrmann (que obviamente es el mejor) pero cumple y le agrega un plus.
Este estreno es de los que suelen ser muy maltratados por la crítica y que el público compra o no compra. Dependerá de la predilección particular por el género, porque si el mismo gusta es una buena oportunidad para disfrutar de un clásico pero con toques modernos.