Masterplan

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Una película que sorprende más por el ingenio de su realización que por el de la historia que están contando.

Sea por una razón estética o por las ventajas estratégicas que puede tener para conquistar al sexo opuesto, no es de sorprender que hoy por hoy un hombre tenga un apego obsesivo por un auto. El título que nos compete nos cuenta una historia sobre uno de estos peculiares personajes.

¿Cómo está en el papel?

Masterplan es la historia de Mariano, un hombr e próximo a mudarse con su novia, cuyo cuñado le propone, con la excusa de aligerar los gastos de la mudanza, comprar electrodomésticos con su tarjeta de crédito y luego reportarla como robada. Al cuñado le sale mal la tramoya y atemorizado de que los agarren, Mariano decide no solo reportar como robada su tarjeta, sino reportar su auto como robado. Esta charada le va a costar caro; no sólo por los investigadores de seguros que le están comiendo los talones, sino por el linyera que ha establecido su nueva vivienda en el auto de Mariano. Esto termina por volverlos locos a él y a su novia.

Esta es la premisa que traen a la mesa Diego y Pablo Levy y diría que casi salen victoriosos; al menos en el desarrollo de sus personajes. Tenemos un antihéroe con el cual el espectador se puede identificar; ya sea por su apego obsesivo a su auto así como por la manera de sobrellevar la convivencia con su novia y la relación con los padres de la misma. Está el cuñado que es el típico chanta que siempre tiene un plan, y está el Linyera que cree que Pumper Nic sigue abierto.

Todos estos son detalles acertados y al espectador se le puede escapar una risita. Pero conmigo no tuvo ese resultado; no pude disfrutar de ninguno de los cómicos aspectos de la historia ––que los tiene, por definición–– lisa y sencillamente porque que no me cierra la motivación del personaje para meterse en un lío de esta naturaleza; problemas económicos no tiene, trabajo tiene, la novia no parece ser una interesada que está con él por la plata y la casa ya la compró. La falta de ese catalizador, esa cosa que lo obliga a acarrear la estafa, para mi le restó y mucho al disfrute de la peli. De haberlo tenido, todas las acciones y justificaciones (siempre por el auto “robado”) del personaje habrían causado muchísima más gracia. Una lástima; el guión estaba bastante bien estructurado, pero la base es la base y eso no podía faltar.

¿Cómo está en la pantalla?

Quiero destacar la excelente calidad de imagen de la película, así como la economía de planos que supieron aplicar a cada escena. Los actores entregan interpretaciones sólidas, tomando personajes pintorescos y dotándolos de una naturalidad que consiguen exitosamente transmitir el concepto de que esta gente existe en la vida real; a diferencia de la gran mayoría de las comedias, argentinas o de cualquier otro lado, donde los personajes parecen salidos de una sitcom.

La película descansa en los hombros de Alan Sabbagh y su sufriente Mariano que, sin ser un capocómico, consigue la suficiente complicidad con el espectador para que este se quede hasta el final. Quiero destacar la sorprendente interpretación de Campi como el implacable investigador de seguros a la Columbo; un ejemplo de que si hay un personaje sólido en el papel y una dirección atenta, no importa cuál sea el antecedente del actor, este puede entregar un buen personaje. Tan es así, que sus escenas, tanto voz en off como las presenciales, están entre lo más álgido de la peli.

Conclusión

Aunque su trama no tiene un disparador de peso y su promesa cómica se queda muchas veces a mitad de camino, este título narra con adecuación y sencillez aquellas ridículas obsesiones humanas que muchas veces por pudor no admitimos. Si hay un logro, que a pesar de sus defectos merece destacarse, es el de haber sabido establecer ese factor identificatorio.