Genial, rebelde y glamorosa
Con material de archivo y nuevas filmaciones, un documental da rienda suelta a la vida artística y militante de M.I.A., la gran estrella que no pudo ser.
Después de los edulcorados biopics sobre dos estrellas de rock británico, un documental sobre la más rebelde y controvertida estrella de la más reciente música británica llega como paliativo. Mathangi Arulpragasam, nacida el 18 de julio de 1975 en Sri Lanka, arribaría a los once años a Londres como emigrada de la lucha civil entre tamiles y cingaleses (la etnia que por entonces ostentaba el poder), y diez años después se convirtió en M.I.A., acrónimo de missing in action: desaparecida en acción. Ese ha sido un poco el modus operandi de M.I.A. en su carrera, conquistando titulares en los grandes medios para después generarles rencor, seducirlos con su crudo a la vez que elaborado ritmo, mezcla de hip hop, ritmos asiáticos y punk rock, para después dejarlos boquiabiertos con sus declaraciones políticas. Ahora que Mathangi se ha tomado un respiro en su carrera, este documental sirve como un atinado manifiesto, el de alguien que pudo heredar la corona de Madonna pero prefirió seguir siendo fiel a sus principios y su visión.
Mientras su padre, Arular, seguía al frente de la guerrilla tamil contra el gobierno de Sri Lanka, en 1986 Mathangi y su familia llegaban al Reino Unido como refugiados. Durante los noventa estudió arte y diseño en el colegio Central Saint Martins, cuando un día, al regresar a su casa en el sur de Londres, descubrió que estaban siendo expropiados todos los bienes familiares, incluyendo la radio en la que escuchaba pop norteamericano por las noches. Sin ese artefacto que la conectaba al mundo, la adolescente tamil se recostó en su cuarto y escuchó los boom boom boom de un bajo que retumbaba en el cuarto de al lado. Así descubrió a Public Enemy y el hip hop de la edad dorada. “Fue la primera vez que me había sentido occidental a través de la música”, declararía. “La música se había convertido en mi medicina”.
En la primera parte, el documental se sostiene en base a filmaciones caseras de M.I.A., bailes y bromas con sus compañeros de colegio en Saint Martins, su productiva amistad con Justine Frischmann, la cantante y líder de Elastica, en momentos en que el grupo se colaba entre las aristas de Blur y Oasis, reyes del britpop. Mathangi sabía que sus intereses musicales pasaban por orillas completamente opuestas, pero a mediados de los noventa realizó el video de “Mad Dog God Dam” y aplicó como cineasta experimental para obtener un visado que le permitiera regresar a Sri Lanka. Una temporada con su familia en el país asiático la reconectó con sus raíces, la envolvió en el dolor pero también en su música, y al regresar a Londres pudo plasmar todo eso en su portaestudio, con la ayuda de cuatro Roland 505. Poco después consiguió un contrato en XL Recordings y grabó Arular, su álbum debut, al que contribuyó también el arte de tapa.
Después de Boy In Da Corner, del pionero del grime Dizzee Rascal (otro artista de XL), Arular es el disco que mejor consigue retratar la vida londinense de los suburbios, sus múltiples costuras étnicas, a través de un tramado rítmico heredado del hip hop. Mathangi ya es M.I.A., y lejos de la fama dedica su tiempo a experimentar con el stencil sobre fotografías de la guerrilla en Sri Lanka, a la portaestudio, a las filmaciones caseras y a consolidar su relación con Diplo, el productor de música electrónica radicado en Filadelfia. M.I.A. extiende su influencia a los Estados Unidos, graba el video de “Sunshowers” en la India y recorre los cinco continentes para testear su próximo material. Cuando en 2007 edita Kala, el disco es considerado la obra más importante del año por Rolling Stone. M.I.A. seduce a la prense alternativa como a la mainstream. Pero entonces desacelera. Entra a escena Ben Bronfman, el músico y empresario con quien tendrá un hijo, y hay un breve receso en su carrera.
En 2009 se muda con Ben a Los Ángeles. Queda encinta y es nominada a un Oscar y un Grammy en el mismo año. Es un momento para celebrar, pero algo se lo impide. “Cuanto mayor es el éxito que obtengo”, dice en una entrevista televisiva, “peor es la situación en Sri Lanka”. La prensa norteamericana no le perdona ser glamorosa al mismo tiempo que crítica social. Durante una entrevista en CNN, el conductor se burla de sus preocupaciones y el especial termina dejando afuera todo su alegato contra el genocidio en Sri Lanka. M.I.A. responde con más fuego. Para el video de “Born Free”, filma a un pelotón de marines secuestrando y luego aniquilando a un grupo de jóvenes colorados. En la escena más fuerte, un niño es asesinado en el rostro a sangre fría, una cita a la famosa foto del asesinato de un manifestante en la Guerra de Vietnam. Su alegoría de limpieza étnica resulta revulsiva para la sociedad yanqui. El video es censurado en YouTube. La editora del New York Times Magazine la entrevista en buenos términos y el resultado es una obra maestra del ridículo. Entonces hace su aparición Madonna.
En 2012, la reina del pop la invita a participar de un video y compartir el escenario del Super Bowl. El show muestra un despliegue coreográfico nunca antes visto en similares circunstancias, pero en algún momento M.I.A. cede a Mathangi y muestra su dedo sobresaliente al público, un fuck you que las cámaras, ni lerdas ni perezosas, se ocupan de capturar. El escarnio pasa de los grandes medios a la Rolling Stone, que anuncia una demanda de la NFL por 16,6 millones de dólares contra la cantante por haber estirado las falanges de su dedito, una conducta impropia, menos para una mujer que ni siquiera es norteamericana. “No sé por qué lo hice”, declaró filmándose a sí misma, en una suerte de autoentrevista. “Madonna era mi ídola, y verla ahí matoneada, ponéte así, movete para allá… toda esa mezcla de machismo y xenofobia… Creo que reaccioné contra eso”.
Compaginando material de archivo y filmaciones actuales, el director Steve Loveridge consiguió un fresco que retrata de manera perfecta el carisma pop de la cantante con sus intereses políticos. En “Borders” el tema/video que muestra su actual preocupación por los migrantes, M.I.A. resume todo lo que ha pasado por su vida, tanto personal como artística, a modo de epílogo: “Nos hacen culpables del Brexit, somos la excusa para construir un muro, pero las personas siempre se han mezclado y se han desplazado. Y gracias a eso pasan cosas interesantes”.