La represión y la opresión son compañeras. Ambas conjugan acciones y sensaciones. La gestión y el afianzamiento en términos políticos, administrativos y sociales de esta dupla de la coerción encontró algunas de sus variantes más violentas y siniestras en las últimas dictaduras latinoamericanas. Este es el trasfondo de Matar a un muerto, primer largometraje escrito y dirigido por Hugo Giménez, y producido en conjunto por Zona audiovisual (Argentina), Sabaté films (Paraguay) y Altamar films (Francia). En este se narra la historia de Pastor (Ever Enciso) y Dionisio (Anibal Ortiz), dos hombres que viven en un paraje aislado del monte paraguayo, donde se encargan de sepultar los cuerpos de algunos de los tantos asesinados durante el gobierno del dictador Alfredo Stroessner.