Matrimonio

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Esta producción, que según dicen esta minimamente inspirada en el “Ulises” de James Joyce. Habiendo terminado de serla uno podría decir que está imperceptiblemente “aspìrada” en la que para muchos es la máxima expresión literaria de la lengua inglesa del siglo XX. Con esto quiero decir que descubrimos muy pocos elementos de la obra aludida, ello sin considerar la traslación de un lenguaje a otro, es decir del literario al cinematográfico.

¿Que componentes permanecen? Muy pocos, algunos nombres que se mantienen, situación irreprochable, principalmente el de Molly (Cecilia Roth), pero querer trasladar el recurso que utiliza Joyce de manera asidua durante la mayor parte de la novela, el del monologo interior de sus personajes, y hacerlo en cine mientras el personaje ejecuta la acción que los espectadores están viendo, termina por ser no sólo redundante sino al mismo tiempo, y por repetición del recurso, distrae. Algo así como que si me está diciendo con voz en off, (voz del pensamiento, fuera de cuadro) lo que esta haciendo mientras lo muestra, dejo de mirar, hago otra cosa y escucho. Peor aun cuando el director cuenta con la capacidad actoral de la pareja protagónica y la desperdicia de esta manera.

Si esto fuera todo no estaría mal, el problema es que estamos frente a la radiografía de la muerte de la sorpresa que sostiene el amor de una pareja que cayo en las redes del acostumbramiento, y la rutina es la vedette de la relación.

Todo transcurre, supuestamente, en un día, que comienza cuando se despierta el marido y ella no da acuse de recibo, continuará tapada con la sabana, ¿durmiendo?

Esteban (Darío Grandinetti) es un publicista que afronta una crisis de creatividad que podría estar directamente relacionada a la crisis de vivencia familiar, no sólo de la pareja sino el tener que constituir con “optimismo” el enfrentarse al síndrome del nido vacío: la hija vive en otra ciudad, en otro país, de otro continente, así de lejos.

Por su lado Molly atraviesa, según las primeras imágenes, un síndrome depresivo grave, alguien preguntaría ¿personalidad “bipolar”? La respuesta es no, no viven en ninguno de los dos Polos, viven en Buenos Aires. Más allá de la chanza esa falta de asesoramiento con profesionales de la salud mental también se ve reflejada en la escena de la sesión psicológica. En que ambos, paciente y terapeutas, están sentados en paralelo, pero no hablan, sólo escuchamos el diálogo entre ambos. ¿Adivine como? Acertó, con voz en off ¡UF!!!

Pero por si esto fuera poco, una persona en ese estado hace nada, pues la pérdida del pasado lo ha dejado sin futuro. Uno no se puede recuperar en tanto el otro no se vislumbra. ¿Para qué me voy a levantar de la cama? El personaje no sólo lo hace, sino que destruye lo construido con acciones que contradicen su estado.

La narración comienza con el intento de mostrarnos la vida desde el punto de vista de él, para luego, sobre la mitad del metraje, virar sobre ella. En realidad lo que sucede es que lo que vemos no es desde los distintos puntos de vista, sino lo que les ocurre a los personajes. Así aparece construido todo el texto y si hay detenimientos en detalles que querrían significar lo que construye una relación, “son aquellas pequeñas cosas” diría Serrat, pero el resultado es otro, el de la redundancia y previsibilidad.

Qué es lo que llevo al estado de situación de cada uno, y al de ambos en forma conjunta, nunca lo sabremos, no se trata de que sea necesario justificar las acciones pero ante la poca información entregada no plantea un misterio, sino que aburre.

Podría haberlo realizado en montaje paralelo, o alterno, hacer que los personajes secundarios vayan a la deriva, aunque encuadrados en segmentos determinados en realidad están a la deriva, con cierres abruptos o ausencia de los mismos. Pero nada de eso importaría demasiado cuando lo que falla en primer lugar es el guión, y en segundo termino la estética y estructura elegida.

El relato cierra de forma inesperada con un giro sacado de contexto, tan injustificado como el resto, como reza la canción.

“Uno de mi calle me ha dicho
que tiene un amigo que dice
conocer un tipo
que un día fue feliz.”

(Otra vez, ¡Gracias Nano!)

Nada alterará le mediocridad del producto, ni la buena dirección de fotografía, ni las anteriormente mencionadas buenas actuaciones.